Por: Oswaldo Rojas
En el año 2000 Gao Xingjian se convirtió en el primer chino en ganar el premio Nobel de literatura, principalmente por su obra La montaña del alma (1990). A quince años de que su nombre se colara en las mesas de novedades de las librerías en México ha caído en el olvido, excepto para unos pocos bibliófilos. Nació un 4 de enero en la localidad de Ganzhou, en la provincia de Jiangxi, en medio de un clima húmedo y pegajoso.
En numerosas ocasiones el escritor ha reconocido que durante su infancia en los años cuarenta se sintió fuera de lugar debido al ambiente duro y represivo de la “revolución cultural” que se impuso como norma en China, pero que gracias al hecho de poder escapar de ese entorno a través de la lectura pudo cultivar su interioridad e individualismo.
Cuando la academia sueca le otorgó el premio a Xingjian respaldó su decisión diciendo que el trabajo del escritor chino era “una obra de validez universal, perspectiva amarga e ingenio lingüístico, que ha abierto nuevos caminos a la novela y el teatro chinos”. En China el suceso no cobro la relevancia que acostumbra levantar la premiación en el resto del mundo.
A pesar de eso se vio sumergido en la cresta de la ola de las presentaciones y actos. Como Xingjian dice no saber renunciar a nada cayó enfermo poco después. Salió avante gracias a un régimen disciplinado que lo orillo dejar el tabaco que tanto le gustaba.
Gao Xingjian explicó en entrevista para el El País que a los diez años escribió su primer relato en una libreta de hojas blancas sobre un niño que como Peter Pan no quería crecer. Recuerda esa época con bastante lucidez por la diferencia que existió entre ese periodo y la revolución cultural que le siguió y que llevo la vida urbana de la china popular al ostracismo.
En octubre del año pasado el escritor y dramaturgo montó la exposición pictórica, disponible hasta ayer, “Llamada a un Renacimiento”. En ella se hace una evocación de su pintura y fotografía, con títulos como “El Apocalipsis”, “La ciudad muerta” y “El fin del mundo”, o el de su último largometraje “El duelo de la belleza”. Se trató de una visión cruda de la realidad.
“Son una reflexión sobre nuestra época, nuestra sociedad. Estamos en una crisis que no es sólo económica, es una crisis de pensamiento […] ¿cuál es el futuro de nuestro planeta?”, explicó el autor sobre la razón de su trabajo. De la crisis social que describe y plasma dice que el problema es la inexistencia del debate sobre ella.
“Quiero afrontar esa realidad, aportar mi reflexión”, ha explicado Xingjian, quien ha proclamado que sus obras intentan “suscitar ese debate, profundo, acerca de todas esas dificultades existenciales y humanas de la actualidad”.
Algunas de sus novelas traducidas al español son La montaña del alma (2001), El libro de un hombre solo (2002), Una caña de pescar para el abuelo (2003). En su dramaturgia están La Señal de Alarma (1981), La Estación de Autobuses (1983) y El salvaje (1984).
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