Estrada Correa le organiza Piedra Ibarra, de manera represora el control del personal ya que desde que ella llegó a la CNDH no pudo tomar las riendas al 100 por ciento de la comisión.
Por: Israel Mendoza Pérez/
El estado ideal de Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, es el de la confrontación. Así como llegó a su cargo entre empellones y gritos, así mantiene una relación con organizaciones también defensoras de los derechos humanos. Su actuar no es gratuito. A trasmano opera Francisco Estrada Correa, secretario ejecutivo de la CNDH y ex abogado del comité Eureka. Su confidente.
Si a este funcionario no le gusta algo en la comisión sólo mueve sus influencias con Piedra Ibarra y de inmediato se cumple. Él se ha convertido en una especie de miniombudsman. Su militancia con el Movimiento de Regeneración Nacional y su activismo en el comité Eureka es lo que lo mantiene en un lugar privilegiado dentro de la CNDH. Desde ahí opera política y jurídicamente. Ahora la comisión se convirtió en un apéndice de la histórica organización.
Estrada Correa le organiza Piedra Ibarra, de manera represora el control del personal ya que desde que ella llegó a la CNDH no pudo tomar las riendas al 100 por ciento de la comisión. En primer lugar, por su falta de legitimidad en el Congreso y en segundo porque sólo utilizó el cargo para convertirla en una agencia de colocaciones de sus más allegados. Por ello emprendió una cacería decolaboradores. La más reciente, ahora, fue acusar al ex titular de la Primera Visitaduría del organismo, José Martínez Cruz de impedir avances en el caso Ayotzinapa.
Sin embargo, Rosario Piedra tiene una responsabilidad enorme en la investigación de los obstáculos en el caso de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos ya que ella extinguió, en enero de este año, la Oficina Especial para el Caso Iguala y le pasó la estafeta a la Primera Visitaduría, de esta manera se perdió el seguimiento y se desdibujó el enfrentamiento entre policías municipales y miembros de la delincuencia organizada. Al revolver un tema de gran relevancia como fue la desaparición de los 43 con los asuntos de una visitaduría ella tiene una carga de responsabilidad innegable. Los resultados saltan a la vista.
Ahora, tras darse a conocer que le pidió la renuncia al ex primer visitador José Martínez por haber “traicionado” a las familias de las víctimas de la noche de Ayotzinapa, varias Organizaciones No Gubernamentales firmaron un desplegado en el que externan su preocupación, “por el hecho de que pueda significar un cambio o abandono de los propósitos anunciados por Rosario Piedra para transformar a la CNDH cuando asumió la presidencia de dicho organismo”.
Las prisas y los tropezones de Rosario Piedra se elevan cuando una decisión está tomada por intereses de grupo. Ahora que el presidente Andrés Manuel López Obrador ofrece avances importantes de la investigación del caso de los 43 para el próximo viernes 11, la encargada de apoyar con más datos se atora en sus propias decisiones atropelladas y en medio de una nueva confrontación con organizaciones de derechos humanos y al interior de la misma comisión.
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