Por: Charlie/
La ignorancia, transfobia y falta de control por parte de las autoridades vascas ha cobrado una víctima más en Ondarroa, España. Se trata de Ekai Lersundi, un adolescente transgénero de 16 años que estaba en espera de recibir su tratamiento hormonal para convertirse en un joven transexual. Ese sueño se quedó trunco, pues el 16 de febrero se anunció públicamente que se había suicidado, su madre lo encontró sin vida en su habitación.
Su muerte causó un impacto en la sociedad, el caso se mediatizó y esto creó angustia en la comunidad LGBT y asociaciones civiles que luchan por defender los derechos de las personas trans. Los padres del joven declararon que no había indicios de que Ekai se encontrara en una etapa donde sus conductas perfilaran a quitarse la vida; lo describen como un chico artista, cursaba el bachillerato enfocado al ámbito artístico y era un tanto tímido e introvertido.
Este suceso indignó a la asociación Chrysallis, organización que acoge a familias de menores transexuales, les brinda apoyo y orientación para sobrellevar la transexualidad de los pequeños. Los padres de Ekai forman parte de este grupo y siempre se mostraron atentos con su hijo, ya habían solicitado a la Unidad de Género del Hospital de Cruces que se le proporcionaran las hormonas requeridas para que el adolescente iniciara su transición.
De acuerdo con los testimonios de los padres, el tratamiento nunca llegó. Y según declaraciones de miembros de Chrysallis, pedir a las autoridades que el tratamiento es esencial para las personas trans se vuelve un conflicto terrible, pues se tiene que pasar por una dura etapa donde hay cientos de exámenes médicos y psicológicos para corroborar que efectivamente cumplen con las condiciones de necesitar las hormonas.
Yo no dudo que deben hacerse pruebas físicas y emocionales para estar seguros de que la persona que solicita un tratamiento tan delicado no se arrepentirá de la decisión que tome, sin embargo, cuando se encuentra alguien con este obstáculo una y otra vez resulta cansado, desgastante y seguramente a cualquiera le quita las ganas de seguir luchando por ser quien de verdad es.
Ekai ya lo había declarado en un programa del medio La Sexta TV: “explicar a todo el mundo que los datos en tus documentos están mal, te hace pasar ratos muy malos”. Fueron tan malas experiencias que llevaron al joven a quitarse la vida.
Desafortunadamente, este no es el primer caso de suicidio a causa de la transexualidad. En diciembre de 2015, Alan con tan solo 17 años de edad ingirió unas pastillas con alcohol que le provocaron que su corazón dejara de latir. El joven proveniente de Rubí, Barcelona, mostraba un cuadro de depresión grave. El bullying en la escuela, el acoso, los insultos y el rechazo de la sociedad lo orillaron a suicidarse.
A diferencia de Alan, el adolescente artista era respetado en su institución escolar, los profesores y alumnos lo llamaban por su nombre masculino y no se presentaron conductas que afectaran su integridad humana; pero eso no bastó, él seguía inconforme con su cuerpo.
Paradójicamente España es reconocido por ser uno de los países más diversos, se caracteriza por atraer al turismo gay y curiosamente su marcha del orgullo arcoíris es una de las fechas más esperadas en el año, miles de personas se dan cita en aquél sitio gay friendly, hasta el evento es transmitido por televisión. ¿Cómo es que en una nación tan “abierta” sucedan cosas como la muerte por ser distinto, por nacer en el cuerpo incorrecto?
Se podrá presumir de leyes que protegen los derechos del colectivo LGBT pero aún no se les ha orientado de forma adecuada ni a las instituciones, ni a las autoridades, ni a los estudiantes para generar una cultura en torno a la diversidad sexual ni mucho menos a la transexualidad. En estos días, sociedad y organizaciones exigen que se realice una profunda revisión de los protocolos y seguimientos para personas trans, al mismo tiempo se pide que garanticen una educación para informar a los individuos sobre este tema para que no se cobre ni una vida más y mucho menos una vida que apenas empieza.
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