Por: Redacción/
La creación del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), aprobada por unanimidad por el Consejo Universitario el 26 de enero de 1971, marcó una transformación histórica en la vida educativa de la Universidad Nacional y se constituyó como un motor permanente de innovación de la enseñanza, no sólo universitaria, sino nacional.
A 50 años de su instauración, su concepción de educación, cultura, enfoques disciplinarios y pedagógicos mantienen su vigencia y gran aceptación adquirida en los últimos años.
Su director general, Benjamín Barajas Sánchez, recuerda que el Colegio surgió con una filosofía pedagógica innovadora, basada en tres principios que se volvieron fundamentales para el bachillerato nacional: aprender a aprender, aprender a hacer y aprender a ser.
Es decir, se considera al estudiante como el sujeto del aprendizaje, autónomo, como individuo capaz de captar por sí mismo el conocimiento y sus aplicaciones. En este sentido, el trabajo del docente consiste en ser un guía del alumno, que lo dota de los instrumentos metodológicos necesarios para poseer los principios de una cultura científica-humanística.
Aquí los estudiantes se forman en valores y principios universitarios, y adquieren una actitud crítica que les permite analizar los diversos problemas, dar una opinión y argumentarla. En tales posturas, novedosas hace medio siglo, el CCH fue innovador, y sigue innovando.
En años recientes se ha pensado que aprender a convivir debe ser otro de los principios importantes que deben formar parte del modelo educativo de esta institución por lo que podría incluirse en su próxima actualización, añade el director.
El inicio
El CCH fue creado, en principio, para atender una demanda creciente de ingreso a nivel medio superior en la zona metropolitana, y al mismo tiempo para resolver la desvinculación existente entre las diversas escuelas, facultades, institutos y centros de investigación de la UNAM, así como para impulsar la transformación académica de la propia Universidad con una nueva perspectiva curricular y nuevos métodos de enseñanza, con interdisciplina.
Desde 1953, el exrector y creador del Colegio, Pablo González Casanova, comenzó a escribir y reflexionar sobre un bachillerato que considerara lo esencial de las asignaturas y que desterrara el conocimiento enciclopédico y memorístico, recuerda Barajas Sánchez.
Sin embargo, fue hasta que llegó a ser rector cuando ese proyecto se pudo concretar. Con la participación de los entonces coordinadores de Ciencias y Humanidades de la Universidad, Guillermo Soberón y Rubén Bonifaz Nuño; de los directores de las facultades de Filosofía y Letras, Ciencias, Química y Ciencias Políticas y Sociales, Ricardo Guerra Tejeda, Juan Manuel Lozano, José F. Herrán y Víctor Flores Olea, además del director de la Escuela Nacional Preparatoria, Moisés Hurtado, González Casanova elaboró el plan de creación de ese sistema innovador que se denominó Colegio de Ciencias y Humanidades.
Los primeros planteles en abrir sus puertas fueron Azcapotzalco, Naucalpan y Vallejo, el 12 de abril de 1971; al siguiente año lo hicieron Oriente y Sur.
A lo largo de su historia, el CCH se transformó y avanzó para elevar la calidad de la enseñanza que imparte. El éxito de su madurez se refleja en las etapas por las cuales ha pasado, entre ellas: la creación de su Consejo Técnico en 1992; la actualización de su Plan de Estudios en 1996; la obtención del rango de Escuela Nacional en 1997, y la instalación de la Dirección General, en 1998.
En la actualidad está integrado por una Dirección General, encabezada por su titular, y nueve secretarías que apoyan la actividad académica y administrativa. Y con cinco planteles, cada uno dirigido por un director y secretarías de apoyo académico y administrativo, donde se imparten clases en los turnos matutino y vespertino, a aproximadamente 60 mil alumnos.
El Colegio significó un impulso renovador que pocos años más tarde llevaría a la creación de las entonces escuelas nacionales de Estudios Profesionales, hoy Facultades de Estudios Superiores.
Recientemente colaboró en la creación del bachillerato a distancia B@UNAM; fue de las primeras escuelas que tuvo una Secretaría de Planeación en los años 70, y en propiciar la investigación educativa. “Esos son sólo algunos de los logros del Colegio”, refiere Barajas Sánchez.
El CCH hoy
“El gran cambio vino en 1995, cuando se actualizó el Plan de Estudios. Pasamos de cuatro a dos turnos y las horas de clase se incrementaron a seis. A partir del año 2000, el egreso ha ido en aumento hasta tener 73 por ciento, superior a la media nacional, y de 80 por ciento a cuatro años de estudios”, acotó.
El promedio global de aprovechamiento de la generación que concluyó en el ciclo anterior en 2020 fue de 8.63, “muy respetable, si se considera que es un bachillerato universitario de exigencia”. Ahora falta reforzar el aprendizaje para que los jóvenes salgan aún mejor preparados en las áreas de matemáticas, lengua materna (lectura y escritura) y ciencias, reconoce el director.
Para seguir a la vanguardia, el 7 de agosto pasado el Consejo Universitario aprobó la creación del Plan de Estudios Técnicos Especializados, que incluye 15 programas, entre ellos: administración de recursos humanos, análisis clínicos, banco de sangre, propagación de plantas y diseño de áreas verdes o desarrollo de software. Gracias a ello los “ceceacheros” podrán recibir una cédula de la SEP, y tendrán más oportunidades de trabajo en caso de no continuar sus estudios a nivel superior.
Se busca que, además de la formación curricular, el alumno tenga una instrucción para la vida, “y eso el Colegio lo tiene muy claro desde sus orígenes”, precisa el director.
Para Piedad Solís Mendoza, una de las maestras fundadoras del CCH, en cinco décadas hay cambios sustanciales: “cuando comenzamos todo lo hacíamos a mano, por ejemplo, el registro de alumnos se hacía por hoja de alveolos, con lápiz del número 2 o 2 ½”.
El Colegio también se ha adecuado; “no podemos estancarnos porque el desarrollo cultural, científico y tecnológico no se detiene. Nosotros como profesores tenemos que actualizarnos”, abunda la docente, ganadora en 2019 del reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz que otorga la Universidad.
También destaca que al fundarse el CCH se pensaba que tuviera otro tipo de enseñanza, activa, por medio de la cual el alumno tendría que aprender a investigar y a trabajar de forma interdisciplinaria. “La planta docente puso su granito de arena para conformar esta gran institución, de la cual me siento orgullosa de formar parte”.
Cabe destacar que, para conmemorar las primeras cinco décadas, el día 24 se efectuará un sorteo de la Lotería Nacional con un billete dedicado al aniversario y dos días después se realizará una sesión solemne en línea por parte del Consejo Técnico del Colegio de Ciencias y Humanidades.
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