Redacción

La UNAM, a través de la Facultad de Química (FQ), lidera el proyecto Babet-Real 5, cuya meta es obtener biocombustibles provenientes de fuentes renovables, informó Eduardo Bárzana, académico de esta entidad universitaria.

Esta iniciativa intercontinental intenta producir etanol de segunda generación basado en diferentes materias primas, a una escala industrial pequeña, y aplicable a un gran número de países y zonas rurales.

El coordinador del proyecto en México explicó que el proveniente del maíz —llamado de primera generación— se ha utilizado durante décadas como combustible, sobre todo en Estados Unidos. Sin embargo, esto ha generado críticas a partir de la premisa de que los granos deberían utilizarse para alimentación y no para generar energía.

De ahí surgió la idea de obtener la segunda generación de ese biocombustible, pero ahora a partir de desperdicios de la agroindustria, como los olotes, los desechos de la cebada o del agave azul (del que se obtiene el tequila). No obstante, desarrollar esos procesos y validarlos desde el punto de vista ambiental, energético y económico requiere mucha investigación, aclaró el también integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM.

En la industria del tequila se generan 10 kilos por cada litro de residuos del agave después de extraerle los jugos con los que se hace la fermentación. Este bagazo es desechado de forma masiva, carece de uso que le agregue valor e, inclusive, es un contaminante potencial del ambiente. La idea es aprovecharlo mediante su transformación en glucosa y de ahí lograr una fermentación a etanol, dijo Bárzana.

Después de ese primer proyecto se asociaron más instituciones: nueve educativas o de investigación, y siete empresas, hasta integrar a 35 expertos en diversas áreas provenientes de Francia, España, Argentina, Portugal, Alemania, Dinamarca, Uruguay y México.

Babet-Real 5 tiene un componente interesante, precisó Bárzana. No se pretende producir grandes cantidades de etanol, sino contar con instalaciones pequeñas en diferentes lugares —en especial rurales—, de forma que la energía obtenida se utilice en la región en donde se genera para beneficio de las comunidades del campo.

En la inauguración del encuentro, el director de la FQ, Jorge Vázquez Ramos, opinó que uno de los principales problemas actuales son los desperdicios dejados mientras el progreso continúa; “la contaminación es parte de la vida de la humanidad”.

La biomasa sobrante de la producción agrícola es enorme y quizá pueda ser transformada en algo útil. Además, la tecnología debe emplearse in situ, en los pueblos pequeños, para generar riqueza entre la gente que habita esos lugares. De ese modo, Babet-Real 5 también tiene una componente social, finalizó el director.