Por: Oswaldo Rojas
Tras terminar la misa en Ecatepec, el Papa Francisco dirigió un discurso a la multitud de 300 mil creyentes católicos reunidos en el predio El Caracol, donde además de bendecir a los asistentes pidió que estos rezaran por él.
Recibido desde las 10:45 por el gobernador del estado de México, Eruviel Ávila Villegas, el alcalde de Ecatepec, Indalecio Ríos Velazquez y el obispo de la diócesis local, Oscar Roberto Domínguez exclamó:
“En este día de fiesta, en este día podemos celebrar lo bueno que el Señor ha sido con nosotros. Damos gracias por la oportunidad de estar reunidos presentándole al Buen Padre las primicias de nuestros hijos, nietos, de nuestros sueños y proyectos. Las primicias de nuestras culturas, de nuestras lenguas y tradiciones. Las primicias de nuestros desvelos…”.
También dijo que se debían hacer acciones que permitieran heredar a las generaciones futuras “una tierra, una lengua, una cultura”. Se pronunció en contra de la sociedad de pocos y para pocos que “el padre de la mentira” crea en contra del ideal de Dios.
Continuó recitando las tres tentaciones contra la imagen de Dios: la riqueza, la vanidad y el orgullo. Hizo énfasis en la riqueza de la que dijo es “adueñarse de bienes que han sido dados para todos y utilizándolos tan sólo para mí o «para los míos». Es tener el «pan» a base del sudor del otro, o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento”.
Hablando de los creyentes católicos aseguró que la preferencia de estos por la palabra de Jesús ante las tentaciones del dinero, se debe a que son un pueblo con el conocimiento de que Dios los espera para sanar sus corazones.
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