• Rusia ha logrado posicionarse en el mundo como pocas naciones. Incluso su “conversión” religiosa no es gratuita, forma parte de su propaganda.

Por María Manuela de la Rosa A./

Vladimir Putin se ha atrevido a desafiar al mundo, en una jugada planeada con años y meses; estudió a sus rivales, manipuló a la diplomacia. Su maquinaria propagandística exaltó el culto a su personalidad para crear al líder, al estadista, al superhombre, al “soltero” codiciado, domador de bestias, el hombre poderoso, seductor, de mente impenetrable. Ocultando por supuesto al tirano, al dictador, al líder, al hombre de dobles intenciones, ambicioso, de gustos extravagantes, de ambiciones desmedidas, al experimentado espía y billonario inexplicable.

Educado en la mentalidad bolchevique, su intención de recuperar lo que antaño fue la Unión Soviética resulta natural. Por eso preparó a su ejército durante años, expandió sus redes globalmente, internet ha sido un arma bastante útil; miles de reproducciones registra en YouTube, sus canales de televisión pueden verse en muchos idiomas. Rusia ha logrado posicionarse en el mundo como pocas naciones. Incluso su “conversión” religiosa no es gratuita, forma parte de su propaganda. No es congruente que un hombre tan profundamente religioso como se dice que es, proceda como lo ha hecho desde que llegó al poder para quedarse. La Rusia de los zares fue exterminada, a cambio llegaron impostores que han avasallado al pueblo ruso por casi un siglo, como lo ha sido a lo largo de su historia. Pero los tiempos han cambiado, tal vez seamos testigos de una “primavera rusa”, porque la estrategia de Putin no ha sido tan exitosa. El mundo ha respondido y el líder ruso se exhibió tal cual.

Estados Unidos.

Ante las amenazas de Rusia sobre Ucrania, el presidente norteamericano se ha mantenido en su posición inicial, apostando por la diplomacia, por la negociación política, de no hacerlo sí, amenazó con sanciones económicas, pero esto todavía no ha logrado el resultado esperado, porque lejos de detenerse y cumplir con su palabra de sólo realizar maniobras cerca de la frontera con Ucrania, Vladimir Putin ha invadido y atacado sin piedad a Ucrania, a su población civil. Legalmente no es una guerra, es una invasión, técnicamente es un genocidio lo que está haciendo contra Ucrania.

Estados Unidos ha anunciado que no intervendrá militarmente. El pueblo norteamericano no está de acuerdo en seguir como gendarme del mundo, Biden tiene problemas de popularidad y la situación económica no es favorable, la balanza comercial está desequilibrada, aunque no se ha tenido que aumentar la tasa de interés de referencia, analistas auguran que es posible que esto suceda si la inflación continúa; la pandemia ha traído serias consecuencias sociales y económicas, siendo ahora Estados Unidos el epicentro. El liderazgo norteamericano no está en su mejor momento y vienen las elecciones intermedias. Los republicanos, pese a la conveniencia nacional, se están decantando por la contienda política. En tanto Donald Trump arremete contra Biden, porque además es un fiel admirador y aliado de Vladimir Putin, quien se dice intervino a su favor para llevarlo a la presidencia. Su propaganda ha sido tan efectiva, que Trump quisiera ser un dictador carismático como Putin; y aunque no tiene la talla, ni la preparación, cuenta aún con muchos seguidores.

Lo que tal vez no han considerado los adversarios de Biden, que él es un hombre, si bien mesurado, con gran experiencia política y diplomática, que conoce muy bien a Vladimir Putin y en la escena internacional se ha desempeñado por décadas. Comprende que la guerra ha evolucionado, las redes sociales y el Internet juegan un papel fundamental, pero además la economía es la que mueve a este mundo globalizado. Usar las armas expondría al planeta entero por una guerra mundial, como el mismo Biden advirtió y los costos humanos tendrían dimensiones incalculables. Pero, acotar a Rusia con embargo económico implica un ataque más contundente y preciso. Y esto es lo que ha hecho, en coordinación con todo el Occidente. Pero como caballero, jugó sus cartas en su momento, anunciando cómo respondería en caso de una invasión. Y ha sucedido.

La Unión Europea.

Los países de Europa Occidental se han manifestado abiertamente en contra de Rusia, toda la población europea coincide en que Rusia debe salir de Ucrania; lamentablemente existe mucho temor por la gran dependencia de Europa con Rusia, porque sobre todo en este invierno, el gas ruso resulta vital para la población. Y tal vez si se hiciera un esfuerzo, recurriendo a otro tipo de energía, incluso a los métodos tradicionales con fuego, Europa pudiera prescindir del gas, pero el nivel de bienestar difícilmente sería sacrificado y la conciencia ecológica está por encima de muchas otras consideraciones. Y si se optara por alternativas, habría que plantearse primero qué tanto se afectaría a Rusia al dejar de comprarle gas. Pues no olvidemos que también es el granero del mundo.

Las sanciones económicas son contundentes, pero en este mundo globalizado, la interdependencia trae consecuencias para ambas partes. La inmolación no es una opción. Y sin embargo Europa está resistiendo. El gas y el petróleo ruso puede ser prescindible.

A diferencia de lo que sucedió en el 2014, cuando Rusia se anexó Crimea, ahora la Unión Europea impuso sanciones contundentes, en coordinación con Estados Unidos y Gran Bretaña, incluso con la colaboración de Japón, Suiza, Suecia y Finlandia, que tradicionalmente han sido neutrales. Estos dos últimos como respuesta a la amenaza de Vladimir Putin de invadir sus territorios si se unen al Tratado del Atlántico Norte.

Estados Unido congeló las cuentas de los principales bancos rusos, así como de los oligarcas amigos de Putin, pero un golpe más contundente aún ha sido la expulsión del código SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication), o también llamado BIC (Bank Identifier Code) través del cual se llevan a cabo las transacciones interncioales; la suspensión indefinida del Nord Stream 2 (el gasoducto que conectará a Rusia con Alemania y Europa Central; y del Este), la congelación de los activos del Banco Central ruso; la congelación de las cuentas de Putin y de los oligarcas rusos amigos suyos; la prohibición de exportaciones tecnológicas; el cierre del espacio aéreo; la expulsión de las aerolíneas rusas y los medios de comunicación afines al Kremlin, lo que ha provocando que económicamente la invasión de Ucrania tenga costos inesperados para Rusia y prácticamente sus finanzas están cayendo de manera estrepitosa. El rublo ha caído más de un 40%. La bolsa rusa se ha desplomado, sólo el pasado 24, al inicio de la invasión, cayó un 33% y ya ha rebasado el 50%. Los bancos y las empresas energéticas han tenido las pérdidas más grandes.

Con la expulsión del SWIFT Rusia ha salido del sistema de transferencias internacionales, quedándose sólo con su economía interna. Rusia es un caos, los cajeros automáticos están saturados y miles de rusos hacen interminables filas con la intención de sacar su dinero del banco. La situación no pinta nada bien para los ciudadanos rusos. Con esto la popularidad del líder ruso estará en juego. Si bien la población no ha tenido voz ni voto en esta invasión, las repercusiones pueden hacer el cambio y generar disturbios internos.

La OTAN

Esta organización ha estado pendiente de todos los indicios que amenacen a sus integrantes, ya que los estrategas militares, si bien no son visibles de cotidiano, su trabajo es permanente y con antelación a la invasión, los militares han hecho el seguimiento de los acontecimientos, ya que se trata de una fuerza militar conjunta y como todas las fuerzas armadas, cuentan con planes estratégicos ante cualquier escenario previsible.

Si bien la diplomacia es la que ha prevalecido como política internacional, las amenazas cumplidas de una respuesta contundente se han dado con gran éxito. Las tropas del Tratado del Atlántico se han desplegado hacia los países miembros colindantes con Rusia y Ucrania, aunque de manera disuasiva y por lo visto no se pretende responder con fuego, para evitar una conflagración mundial, que nadie, excepto tal vez Putin, desea, la barrera de contención hacia Occidente ha sido establecida.

Un día después de la invasión, la OTAN envió tropas de respuesta rápida a las zonas limítrofes del conflicto. 40,000 efectivos con capacidad para desplegarse en cualquier escenario en un plazo de cinco días. A esto se le suman 8,000 efectivos norteamericanos puestos en alerta para apoyar las operaciones. Esta estructura incluye brigadas internacionales de las Fuerzas Conjuntas de Muy Alta Disponibilidad, batallones con miles de efectivos, que apoyados por fuerzas aéreas, navales y de operaciones especiales, pueden desplegarse con urgencia para hacer frente a crisis militares. Y los ejércitos de los países aliados están preparados para cualquier eventualidad.

China.

China, como principal aliado de Rusia, se ha mantenido al margen, sin que se haya pronunciado al respecto, aunque sí vetó la condena de la ONU. Su posición se comprende debido a los grandes intereses económicos que tiene en el mundo y no se podría dar el lujo de salir del sistema económico mundial. Y si bien en su política internacional han pregonado que la soberanía es “sacrosanta”, en esta ocasión han soslayado la soberanía ucraniana, aludiendo a las invasiones de Estados Unidos, como el caso de Irak en el pasado, justificando así su evasión al tema. Vladimir Putin ha sostenido conversaciones con el líder chino Xi Jinping, quien ha considerado la invasión como una preocupación razonable de Rusia.

Pero si bien la tibieza con que se han conducido los chinos muestra un abierto apoyo a Rusia, esto queda claro con la promesa china de comprar más trigo y sobre todo al ejercer su derecho de veto en la ONU para condenar a Rusia.

Rusia

Si bien tuvo la plena seguridad de su éxito con una operación perfectamente planeada con mucho tiempo, las condiciones actuales no le han favorecido. Incluso la logística, porque muchos de sus vehículos militares se han quedado varados por falta de gasolina dentro de Ucrania, pero además no se esperaba que el pueblo ucraniano fuera a defender su soberanía con tanto ímpetu y surgiera un gran fervor patrio.

Con la seguridad de la evidente dependencia de Europa por el gas, sobre todo durante el crudo invierno, Vladimir Putin vio una oportunidad de abstención europea, lo cual no sucedió. Lejos de eso, las sanciones económicas han sido contundentes.

Seguro de su poderío militar, Putin amenazó a Suecia y Finlandia y lo desafiaron. Suiza, siempre neutral, ahora participa, escenario imposible e imprevisto.

La invasión continúa y la economía rusa se desploma. El gigante está en estado de sitio por las sanciones económicas y el pueblo paga por ello. Pan y circo es la fórmula tradicional, pero si el sustento peligra y el espectáculo falla, el pueblo ha de rebelarse. Y si el carismático líder es desenmascarado, muera el rey, pues su larga vida terminó.

Ucrania

Con una democracia todavía en ciernes y con un presidente prácticamente improvisado, pues a falta de líderes, un personaje del espectáculo fue electo debido a su gran popularidad.

Este factor seguramente fue considerado seriamente en la estrategia rusa para determinar la vulnerabilidad del liderazgo en Ucrania, en donde se esperaba que el gobierno saliera despavorido, incapaz de enfrentar la crisis. De hecho, Occidente le ofreció al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, transporte para salir del país, pero con gran convicción y una inusitada actitud de verdadero líder, se negó rotundamente y tomó su lugar como verdadero estadista, convocando a todos los ciudadanos a luchar por su soberanía, dirigiéndose a los países occidentales para pedir armamento, a la ONU que se pronunciara, a la OTAN adherirse, a las potencias ayuda militar. Y no esperó por la ayuda, con medios propios ha encabezado la defensa de su país, él mismo al frente, como un verdadero soldado luchando por su patria. Informó cómo tuvo una comunicación con el líder ruso y la respuesta fue el silencio, cómo pidió apoyo militar y los dejaron solos.

Y pese a ser el objetivo número uno de Rusia, junto con su familia, ha estado al frente, defendiendo a Ucrania, arengando a sus tropas y a toda la población. Su llamado ha sido escuchado y el pueblo ucraniano se ha armado como ha podido, mujeres, artistas, celebridades, deportistas, todos unidos en una causa: la defensa de su independencia. Y esta fuerza moral ha logrado incluso detener a las tropas rusas que ya han registrado bajas, aunque no se haya reconocido.

Por su parte, el ejército rojo ha atacado con misiles y toda clase de artillería a la población civil de zonas urbanas. Técnicamente es un genocidio. No tardarán los organismos internacionales de derechos humanos en calificar esto como lo que ya se observa.

Y sin embargo, el ejército ruso avanza, ya ha invadido la capital de Ucrania, que abiertamente solicitó su ingreso a la Unión Europea. Ni esto y menos su anexión a la OTAN había sido posible porque Rusia lo ha impedido. La situación cambió radicalmente.