Autor Arnulfo Roque Huerta
No son pocos quienes recuerdan la obra original de Carlo Collodi con el título de “Pinocho”, la cual fue llevada al cine por Disney en 1940 y que cuenta con un gran número de adaptaciones cinematográficas, televisivas y teatrales.
Existe en este cuento clásico un pasaje del cual quiero hacer mención: en cierta ocasión Pinocho naufragó en un desconocido océano y por más que lo intentaba no lograba ver tierra firme por ningún lado, entonces lleno de desesperación su agonía era terrible y cuando pensó que las cosas no podían ser peores, una gran ballena surgió de las profundidades, para devorarlo.
Cuando pensamos en una marioneta naufragando no nos parece tan angustiante, además de que Disney lo presentaba como un personaje de dibujos animados lo cual lo hace menos aterrador, pero si sacamos esta historia fuera de la metáfora y la alegoría podríamos ver una situación no solo preocupante sino además aterradora, peor aún al darnos cuenta de que es una realidad que pasaba, pasa y amenaza con seguir pasando, no con una marioneta, ni con un dibujo animado sino con nuestros jóvenes, muchachos de carne y hueso.
La sociedad actual con su carencia de educación, falta de interés por mejorar y con su apatía general, se ha convertido en un verdadero océano para la mayoría de los muchachos que sin dirección, ni brújula se ven obligados a naufragar.
Claro que esto es el resultado de una realidad previa, pues Pinocho no llegó hasta ese océano por casualidad, sino por una serie de eventos en los que se vio involucrado y que en cadena fueron llevándolo hasta encontrase en el estómago de una ballena.
¿Pero cómo llegó hasta el interior de una ballena? La respuesta es simple y tiene que ver con la esencia misma del personaje, con su personalidad, con su condición de marioneta y es que una marioneta no piensa por sí misma, siempre es manipulada para realizar cualquier acción, es movida a través de hilos; así era Pinocho, por lo cual ser manipulado era parte de su personalidad y muchos se aprovecharon de eso, lo engañaron, abusaron de él, lo ultrajaron, lo humillaron, lo llevaron a un océano siendo así como se encontró al interior de la ballena.
Lo más triste de esta historia es cuando volvemos en los pasos de Pinocho para encontrar que el principal responsable del problema no fue otro que el mismo Geppetto; sí, aquel que funge como padre del personaje, aquel que hizo de su hijo una marioneta, un títere fácil de manipular, con sus propias manos lo formó, con su tibieza como padre lo mandó a una sociedad plagada de abusivos, oportunistas y depredadores listos para hacer pedazos a gente de tales condiciones.
Hace poco surgió una página de Facebook llamada precisamente “la ballena azul” o “el reto de la ballena azul” que invita a los chicos a participar en una serie de desafíos durante 50 días, dichos retos dañan al joven física y psicológicamente además de atentar contra su propia vida y es que durante el “juego” desafían a los muchachos a ver películas de terror durante todo el día o a media noche, a cortarse la piel con la intención de dejarse marcas visibles y dolorosas, teniendo que subir al grupo pruebas en fotos o videos que comprueben que lo están llevado a cabo, por último los incitan a buscar un edificio alto, subir al último piso y lanzarse al vacío.
Los chicos que participan en estos retos han sido presa fácil de los administradores de estas páginas y es que estos buscan precisamente “marionetas” que puedan ser fácilmente manipuladas, marionetas de hilos sensibles, que hayan sido creadas así por la tibieza de sus progenitores, que se encuentren ya sumergidas en un océano interminable, que se encuentren ya naufragando y sin poder ver tierra firme por ningún lado.
La verdad es que los creadores de estos retos no se esfuerzan en lo absoluto para inducir al joven en esta clase de juego pues la mayoría de éstos no cuentan con un Pepe grillo que los concientice de los riesgos de estos grupos o páginas, además de que los padres de familia carecen de información clara y oportuna sobre dichas problemáticas en las redes sociales y muchas veces llegan a enterarse hasta que la ballena se ha devorado al chico.
Como padres de familia y profesores debemos estar atentos, pues nadie más que nosotros podrá evitar que nuestros hijos sean devorados; Pinocho fue rescatado por su padre quien terminó entendiendo que un hijo no es un capricho sino una gran responsabilidad, Geppetto se dio cuenta que le había faltado carácter para guiar a su muchacho en una travesía tan complicada como lo es la vida misma, por lo cual se lanza al océano buscando rescatarlo aunque en ello se le fuera la vida; por supuesto lo logró, pero la vida no es un cuento y no siempre se tiene un final feliz.
“Entonces, ¿Por qué te has resistido tanto para beberla? Porque los niños somos así. Tenemos, más miedo de las medicinas que de la enfermedad. ¡Pues muy mal hecho! Los niños debierais recordar que una medicina a tiempo puede evitar una grave enfermedad, y aun la misma muerte.” (Fragmento del cuento Pinocho).
Así es, una medicina a tiempo siempre previene algo más grave o la misma muerte. Estemos atentos a nuestros chicos, demos remedios prontos y efectivos a sus necesidades, seamos lo que ellos necesiten cuando lo necesiten y no dejemos que el inmenso océano los arrebate, pues tal vez no corramos con tanta suerte como Geppetto.
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