Autor José Sánchez López
***Buen vecino y ejemplar padre de familia sábados y domingos
***Al capturarlo, rogó que no lo supieran sus hijas, “por vergüenza”
***Ultrajó decenas de mujeres
“¡Por favor! no le digan a mis hijas ni a mi esposa. Que no se enteren de esto, por favor”, decía entre sollozos, un sujeto a los agentes judiciales que lo detuvieron, acusado de haber abusado sexualmente lo menos de 76 mujeres a las que sorprendía en la madrugada a las afueras de estaciones del Metro.
Se trataba de Gerardo Delgado Espinoza, de 33 años de edad; quien fue capturado la mañana del siete de agosto de 2006, tras cometer su última violación de una larga cadena de ultrajes y robos, principalmente a jovencitas.
Durante tres años llevó a cabo las agresiones en inmediaciones de diversas estaciones del Sistema de Transporte Colectivo (Metro).
La madrugada del lunes despertó inquieto antes de las cuatro. El rechazo de su pareja lo había molestado. Lo único que quería era desquitarse, con quien fuera.
El domingo anterior, como casi todos, había ido a misa, junto con su esposa y sus dos hijas, de 10 y cinco años de edad. Se sentía seguro de haber cumplido con sus deberes de esposo y de padre, pero no estaba conforme.
Así que decidió salir, como otras tantas veces, pero aún era muy temprano, así que esperó todavía más de una hora.
Minutos después de las cinco de la mañana comenzó a vestirse.
Un pantalón de mezclilla holgado, sudadera deportiva o chamarra con capucha, tenis y una gorra conformaban su atuendo. Esa vez se dirigió a la estación Misterios del Metro. Como de costumbre, se puso al acecho de alguna mujer que fuera sola para atacarla.
En su mente no había cabida para remordimientos. Lo había hecho tantos veces que lo consideraba “normal”. Luego de su ataque, se iría a desayunar y después a su trabajo de electricista en un construcción.
Esperó por algunos minutos, hasta que vio llegar a una jovencita. Velozmente se le emparejó y la amagó con una pistola. Bajo amenazas de matarla si gritaba o se resistía, la llevó a punta de pistola a un lote baldío, en la colonia Ex Hipódromo de Peralvillo, donde la atacó. Después le quitó cuanto llevaba, incluso un teléfono celular. Ese sería su error.
Después, como en sus anteriores fechorías, revisaría los periódicos. Se regocijaba al ver que hablaban de él y sentía orgullo de lo que había hecho. Estaba seguro que nunca lo atraparían, para ello escogía estaciones del Metro en diferentes rumbos y por más que la policía implementaba operativos de vigilancia, era imposible que cubriera las 195 que integran ese servicio de transporte en la capital mexicana.
Los agentes judiciales de la entonces Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, ya le seguían los pasos desde hacía tiempo, pues llevaba al menos tres años de operar e inclusive ya sabían que se trataba de un violador serial, gracias a estudios genéticos del esperma encontrado en las víctimas que constató que se trataba de la misma persona.
El violador del Metro, obsesivo y narcisista
El presunto violador serial del Metro, acusado de al menos 42 ataques contra mujeres en el DF y otros 40 en el Estado de México, es una persona obsesiva, narcisista, con tendencias homosexuales y coeficiente intelectual superior a la media, que sufrió abuso sexual en la infancia y proviene de un núcleo familiar desintegrado: un padre alcohólico y una figura materna que le genera conflicto.
En los archivos criminales de la Ciudad de México no existe registro de un caso similar. Fue capturado luego de tres años de investigación de la Subprocuraduría de Averiguaciones Previas Centrales de la PGJDF.
De acuerdo con sus declaraciones ante el Ministerio Público, el sexo oral y la pornografía le parecen “cosas malas” y no soportaría que alguien abusara sexualmente de sus hijas de 10 y cinco años. De sus víctimas “no llevaba un conteo”
Pese a que estaba consciente de que cometía un delito y era perseguido por la policía, aseguró que su primera intención era robar (de hecho, tenía antecedentes por este delito). “Yo no quería, pero empezaba una como ansiedad por hacerlo… no dormía bien… cada rato me despertaba… ya quería salir… temblaba, al llegar una persona ya se me quitaba: la manoseaba, no era precisamente violarla”.
Delgado Espinoza, electricista de profesión, con secundaria terminada y primer semestre en una escuela media superior. “Yo estudiaba a las personas, veía si las podía someter fácilmente, yo iba por el dinero, pero cuando veía que se podía, las violaba. Sentía que me transformaba cuando veía el miedo de la mujer y que no oponía resistencia; a nadie le pegué, nunca usé la violencia física, sólo la verbal”.
De acuerdo con el dictamen psicológico aplicado por la PGJDF, el inculpado “refleja una personalidad dependiente, narcisista y egocéntrica (y) desea ser admirado, reconocido y atendido, trata de manera insistente de dar una buena imagen ante los demás y actúa en apariencia convencional. No logra adaptarse a lo establecido socialmente, por lo que es fácil que trasgreda las normas sociales.
“En cuanto al manejo y control de sus impulsos, no logra canalizarlos, siendo en ocasiones incapaz de posponer o demorar la descarga de los mismos”.
Se añade en el dictamen que “se trata de una persona resentida socialmente debido a las carencias afectivas que ha vivido, y manifiesta sentimientos de impotencia y frustración”, concluye el dictamen psicológico.
El presunto violador considera que tiene buena comunicación con sus hijas, y añade sobre ellas que “también chocamos en nuestro carácter, nunca les he pegado; sí soy agresivo, a mis hijas también les levanto la voz, pero a ellas no les he hecho nada… ¡nada lo que se dice nada…!”
Difícil de atrapar
La PGJDF se percató de la existencia de un violador serial cuando los dictámenes periciales de código genético aplicado a las víctimas revelaron que se trataba del mismo agresor.
Las estaciones Pantitlán, Acatitla, Zaragoza, Moctezuma, Oceanía, Villa de Aragón, Consulado, Potrero y 18 de Marzo eran utilizadas por Delgado Espinosa para elegir víctimas desde 2003.
La movilidad del inculpado complicó el trabajo de investigación de la Fiscalía Central de Investigación para Delitos Sexuales, ya que elegía distintas zonas de la ciudad para confundir a las autoridades. Seleccionaba víctimas de entre 15 y 40 años.
El sospechoso está casado por la Iglesia católica y por el civil con una mujer de 35 años. La que conoció en la secundaria. Ella actualmente es ama de casa. El dictamen psicológico de la PGJDF revela que el presunto violador serial se vuelve suspicaz y es herido en su amor propio con facilidad si no se advierte su presencia.
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Violador serial del Metro acumula 278 años de cárcel
Ya tenía una sentencia de 251 años de prisión y con una más sumó esta cantidad
La Procuraduría de Justicia capitalina aseguró que Gerardo Delgado Espinosa se encuentra preso en el Reclusorio Norte
El comunicado de prensa señaló: Un sujeto que se dedicó a violar y robar a mujeres que interceptaba en el Metro acumuló 278 años de prisión, después de que fue sentenciado por un nuevo caso de abuso en agravio de una joven en la colonia Ex Hipódromo de Peralvillo.
La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) informó que el sentenciado es Gerardo Delgado Espinosa, alias “El Geras” se encuentra preso en el Reclusorio Norte.
Detalló que el Juzgado 11 en Materia Penal determinó sentenciar en esta ocasión al procesado a una pena de 26 años y 15 días de cárcel por los delitos de violación y robo agravados.
Los hechos ocurrieron el pasado 10 de abril, cuando Delgado Espinosa interceptó a una joven que abandonaba una estación del Metro y a la fuerza la llevó a un terreno baldío de la colonia Ex Hipódromo de Peralvillo, donde tras violarla la despojó de sus pertenencias.
Las investigaciones de la Policía Judicial permitieron identificar y detener a este sujeto días después de que cometió el mencionado ilícito.
Esta sentencia se le suma a los 251 años de prisión que había acumulado en condenas anteriores por múltiples casos de robo, violación y abuso sexual, donde siempre utilizó la misma mecánica para sus atracos.
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Tardaron 3 años en detener a un violador de 76 mujeres
Desde el 2003, Gerardo Delgado Espinosa se dedicó a violar mujeres en los accesos de diversas estaciones del Sistema de Transporte Colectivo Metro.
Él se convirtió en uno de los delincuentes más buscados por parte de la Fiscalía de Delitos Sexuales de la Procuraduría capitalina, pues ya había ultrajado a 36 mujeres en el Distrito Federal y a 40 en el Estado de México. Un análisis de semen practicado a las mujeres agredidas sexualmente permitió que dicha Fiscalía, a cargo de Margarita Vázquez, lograra establecer la existencia de un violador en serie.
Las investigaciones revelaron que Delgado Espinosa interceptaba a sus víctimas entre las 05:45 y 06:30 horas, pero nunca actuaba en fin de semana, pues según él, dedicaba el tiempo a sus dos hijas y a su esposa con quienes vivía en el municipio de Nezahualcóyotl, donde se desempeñaba como electricista.
Para desviar las investigaciones, Gerardo Delgado operaba en las estaciones Pantitlán, Acatitla, Zaragoza, Moctezuma, Oceanía, Villa de Aragón, Consulado, Potrero y Deportivo 18 de Marzo, lo que dificultaba su ubicación. No obstante, personal de la Procuraduría local realizó un mapeo con las denuncias presentadas y a partir de ese momento comenzaron los operativos nocturnos para buscar a una persona de tez morena, quien vestía un
Agentes lograron capturarlo en las inmediaciones de un mercado en Nezahualcóyotl cuando pretendía abordar un transporte público para dirigirse al Distrito Federal. Su error fue haber hecho llamadas de un teléfono celular que robó, cuyo número fue interceptado para conocer su ubicación.
Delgado Espinosa al ser detenido reconoció su delito y felicitó a los judiciales que lo capturaron, pues pensó que nunca lo detendrían debido a que el año pasado logró escapar de un agente. Las autoridades informaron que el violador se llevaba la ropa íntima de sus víctimas, además de despojarlas de sus pertenencias.
Denuncias de las agraviadas refieren que a Delgado Espinosa le gustaba humillarlas y abusar sexualmente de ellas sobre lugares donde hubiera excremento. El sujeto violaba no sólo a jóvenes de 18, sino a mujeres de 50 años a quienes elegía no por bonitas sino por su aspecto tranquilo, pues sabía que no opondrían resistencia. Gerardo las interceptaba y bajo la amenaza de dispararles las llevaba a algún parque ubicado en La Raza, Consulado, Oceanía e Insurgentes Norte donde las ultrajaba.
El caso en sus propias palabras
Sabía que un día lo iban a capturar. En el estudio psicológico, el agresor confiesa que nunca se sentirá bien
Considerado por la Policía como el más astuto violador serial, Gerardo Delgado Espinosa sabía que en cualquier momento sería capturado, pero no podía evitar continuar con los ataques sexuales.
El dictamen psicológico que le realizó la Procuraduría General de Justicia del DF revela que el violador de al menos 36 mujeres esperaba ser detenido.
“Yo sabía que tarde o temprano me iban a atrapar, de cierta manera lo esperaba, y como les dije yo robaba, no era mi intención violarlas, si llegaba la ocasión lo hacía.
“Ya sabía que me estaban buscando y pensaba que el problema ya estaba hecho, estaba consciente de que me iban a detener y al momento sólo buscaba la satisfacción”, afirmó Delgado Espinosa.
Pero, el hombre de 33 años logró evadir decenas de operativos de la Judicial y continuar con las violaciones a usuarias del Metro.
Fue capturado cuando lograron ubicarlo por medio de una tarjeta telefónica para casetas públicas, que le robó a una víctima.
Al igual que otros delincuentes seriales, Gerardo tenía un elevado sentimiento de culpa y remordimientos, sabía el dolor que les provocaba a sus víctimas y eso le hacía pensar en sus hijas de 5 y 10 años de edad.
“Soy una persona mala, siento que no valgo nada por todo el daño que he hecho, nunca me voy a sentir bien, porque siento que estoy podrido”, dijo a los peritos.
Aceptó que su carrera delictiva inició con robos, pero al someter a sus víctimas y con la situación bajo control, aprovechaba para atacarlas sexualmente.
En el año 2002 cometió su primera violación, en el exterior del Metro Pantitlán.
“Para mí era fácil, les decía que traía una pistola, siempre las amenazaba, creo que fueron como 20 en el Distrito Federal y no sé cuántas en el Estado de México”, comentó en su estudio.
Los conflictos que pudieron afectar la personalidad de Delgado Espinosa fue que su padre era una persona neurótica.
Los constantes abusos sexuales de parte de su tío, cuando era niño y los conflictos en materia sexual que tenía con su esposa.
Gerardo era considerado por sus vecinos de la Colonia Ejidos de San Agustín, Neza como un vecino modelo.
Hacía mandados a las ancianas, para que no fueran a sufrir una caída al salir por las calles sin pavimentar.
Platicador, amable, buen padre y siempre con una actitud respetable hacia todas sus vecinas.
“Cuando nos íbamos a imaginar que él era violador; aquí los domingos iba a misa con sus hijas y su esposa, salían a comer juntos.
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