Autor Arnulfo Roque Huerta/
En todas las escuelas cualquiera que sea el nivel, al comenzar un nuevo ciclo escolar el alumno sufre la transición entre un grado y otro: le cuesta trabajo entender el nuevo y más alto nivel a cursar, el cual requiere mayor compromiso, esfuerzo y dedicación; se les dificulta afrontar los nuevos retos y asumir las responsabilidades que exige el nuevo grado escolar como mínimo para transitar por éste de manera satisfactoria y eficiente.
Como profesor he visto en los alumnos una resistencia impresionante a dejar atrás lo vivido en ciclos anteriores. Esto es un problema, pues muchas veces se conforman con lo logrado anteriormente sin darse cuenta que a medida de su crecimiento y avances son promovidos al grado siguiente, por lo tanto se les exige dar más de sí en busca de mejorar y superar lo ya logrado. Aunque en el peor de los casos, hay estudiantes que se aferran no solo a seguir cometiendo los mismos errores, sino a sumar nuevas fallas y malos hábitos a su carrera estudiantil, lo que va mermando su desempeño, sus calificaciones y su aprendizaje esperado.
¿Pero de dónde viene este problema? Sin duda de un círculo vicioso que sin darse cuenta los mismos padres, alumnos y profesores han creado, permitido y lo han hecho crecer pues cada año pasa lo mismo y no se aprende del error sino que se consiente y se toma como parte del inicio de clases. Cada integrante de la triada educativa tiene su propia responsabilidad en este error, el cual aunque parece insignificante es preocupante y roba gran parte del tiempo destinado a la enseñanza.
Pues bien para no darle tanta vuelta al asunto les revelo dicho error o mejor dicho mal hábito: es el hecho de creer que “el inicio del ciclo escolar no es tan importante”. Lo digo porque los padres se confían y no envían desde el primer día a sus hijos con todo lo necesario para comenzar el nuevo año escolar; algunos dejan pasar hasta dos semanas (en ocasiones más) para enviar todo el material y herramientas necesarias para llevar a cabo la digna actividad del estudio.
Sé que muchos estarán pensando en cómo los van a enviar preparados al cien si aún no saben lo que les van a pedir y aquí entra un error directivo (algunos sí lo hacen) al no publicar al término del ciclo anterior los requisitos para el año entrante que al fin y al cabo siempre serán los mismos; aunque aún sin tener un aviso previo el padre debe quitarse frases como: “al fin es el primer día, ni van a hacer nada”, “seguro no van todos los maestros”, “el primer día solo es para las presentaciones” y otras tantas cantaletas las cuales solo hacen que el chico pierda interés desde los primeros días.
Los chicos también tienen su responsabilidad en el problema pues tardan un gran tiempo en enterarse que ya comenzaron las clases, nunca se sienten satisfechos con el número de días de vacaciones, algunos faltan el primer día, otros se aventuran a faltar la primer semana con el mismo pretexto de que “al inicio no se hace nada”; así mismo tardan mucho en adaptarse y comprometerse como requiere el grado al que fueron acreditados. Regularmente se confían y solo hasta que ven que las calificaciones no son satisfactorias comienzan a trabajar de verdad (algunos ni así).
Por supuesto en esto los profesores no se libran y diría que tienen la mayor parte de responsabilidad pues muchos tienen años dando clases y saben bien que los días efectivos llegan a ser muy pocos y el horario insuficiente, pero aun así les da por perder el tiempo las primeras semanas: que si el examen diagnóstico (al final sirve muy poco o nada), que si la presentación de los alumnos (como si en un solo día se fuese a aprender los nombre de todos), que si actividades de integración (como si por delante no hubiese semanas enteras para integrar al grupo en base a trabajo, al desarrollo de competencias y al empeño por conseguir los aprendizajes esperados)…
Estoy seguro que las transiciones de grado escolar serían más sencillas si se perdiera menos tiempo en actividades absurdas y desde el principio se comenzara a poner en práctica la planeación que a su vez debería estar lista antes de comenzar el ciclo. La transición no debiera ni de sentirse pues al estar por finalizar el grado ya se debe estar trabajando para el siguiente y quitarse las ideas erróneas:
Padres: -“El otro año le irá mejor”.
Alumnos:-“Ahora sí para el otro año me voy a aplicar”.
Profesores: “Allá que se las arregle el profesor del próximo grado”.
La tarea es más sencilla de lo que imaginamos. Aprovechar el tiempo es más redituable para todos que perderlo con pretextos como: “Apenas empieza el ciclo” y después con el de “para qué si ya va a acabar”.
Las transiciones son solo un peldaño más en la búsqueda del objetivo principal que es la preparación y la educación constante, no debemos olvidar que lo que mal empieza mal acaba y para dejar de tener siempre los mismos malos resultados debemos cambiar los mismos malos métodos, realizando lo más simple y básico: ¡Que el estudiante de verdad estudie, que el profesor en verdad instruya y que el padre de familia auténticamente eduque!.
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