Por: Redacción/
Casos de violencia difundidos en redes sociales, como #LadyPiñata, son consecuencia de una escalada de conflictos, que va de la agresión pasiva a la verbal y física. Para llegar a la última fase el individuo pasa antes por varias etapas de frustración, afirmó Manuel González Oscoy, de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
“En este incidente vimos la parte final de un problema; es evidencia de situaciones que antes permanecían invisibles y en la impunidad, y ahora son palpables”, explicó el experto en bases biológicas de la conducta.
En estas circunstancias también interviene la desensibilización hacia la violencia, pues nos hemos acostumbrado a convivir con ella a través de la información o el entorno, que incluye a la familia, la escuela o el transporte.
“Influyen factores cerebrales y culturales; por ejemplo, las amígdalas cerebrales responden a la agresión, pero también se nos enseña a responder de manera agresiva ante ciertos contextos. “Si te hacen algo no te dejes”, es una frase común en el seno de la familia, que se reafirma en la escuela y el trabajo, dijo.
La violencia en las calles es algo consabido, subrayó González Oscoy. “Muchas personas han sido testigos de accidentes vehiculares con consecuencias fatales; con estos antecedentes, los hechos violentos en el tránsito generan estrés o frustración. De igual manera, es necesario considerar qué tanto resiste una persona antes de explotar, y en eso influye la personalidad”.
El caso de #LadyPiñata es un exceso, resaltó el universitario. No sólo fue la agresión física a mano limpia, sino la búsqueda de un arma –el bate–. Sin embargo, nuestras conductas tienen consecuencias sociales y psicológicas, si son favorables las repetimos, si son negativas procuramos evitarlas.
Si en estos sucesos median las redes sociales, se evidencian y se les da seguimiento, lo que podría disminuir conductas negativas al saber que tienen consecuencias indeseadas, resaltó el académico.
“Existen casos más dramáticos, pero donde no había consecuencias porque eran relatos que quedaban en la anécdota, pero ahora llegó a las autoridades, un paso que como sociedad podemos valorar”, reflexionó.
Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), el 79.4 por ciento de la población percibe altos índices de inseguridad, pero muchas veces no denuncian por la desconfianza en la autoridad y por ser una “pérdida de tiempo”.
Víctima o victimario
González Oscoy recomendó procurar contenernos si nos enfrentamos a este tipo de situaciones. “Algo efectivo es aguantar la respiración por 10 o 15 segundos, pues el cerebro reacciona a la falta de oxígeno y la emergencia pasa a segundo plano para priorizar la supervivencia.
“Si percibimos que la otra persona está cada vez más enojada es oportuno intentar disminuir la escalada del conflicto, y a veces es posible conseguirlo con tan solo cambiar el lenguaje”, concluyó.
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