Por: Redacción/
Desde hace más de una década, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) trabaja en el saneamiento de sitios contaminados por las industrias petroquímica y minera mediante plantas que devuelven el equilibrio a los ecosistemas.
Durante el Tercer simposio anual de recursos hídricos, realizado en la Unidad Iztapalapa, la doctora Tania Volke Sepúlveda, académica del Departamento de Biotecnología de esa sede, refirió que los proyectos son desarrollados en zonas de desequilibrio ecológico para transformarlas en sistemas sustentables de generación de biomasa, biodiésel, biopolímeros, alimento para ganado e incluso fármacos.
La fitorremediación combina la capacidad de los microorganismos para eliminar contaminantes de suelos y agua, o bien para disminuir su toxicidad, ya que tales agentes pueden habitar libres en las raíces o transportarse a la parte aérea de las plantas, viviendo como organismos endófitos, bacterias u hongos que crecen sin causar síntomas de enfermedad, mientras confieren diversos beneficios.
Según la Procuraduría Federal de Protección Ambiental se estima que en México existen cerca de 635 sitios altamente contaminados por las actividades de los sectores químico, petrolero y minero –que usan predominantemente arsénico, cadmio y mercurio que no pueden ser reciclados sino sólo concentrados e inmovilizados– aunque sólo nueve han sido remediados.
Esto ha generado el crecimiento de tiraderos de residuos tóxicos llamados pasivos ambientales, que al entrar en contacto con las lluvias generan el llamado drenaje ácido, al que se suman cerca de 7.5 kilómetros cúbicos de aguas residuales urbanas y seis kilómetros cúbicos más de aguas residuales no urbanas que desembocan en mares y ríos, como el Nacozari, cuyas concentraciones tóxicas son alarmantes.
Volke Sepúlveda citó el caso del eichhornia o lirio acuático, una planta flotante considerada plaga por su desmedido crecimiento y que afecta la supervivencia de los ecosistemas donde habita, pero se ha descubierto que también es capaz de devorar diferentes elementos nocivos.
Hasta ahora su control se realiza mediante extracción mecánica para ser triturada y sumergida en el sitio donde nació, sin embargo las semillas sobreviven, germinan y vuelven a crecer.
“Se trata de transformar una plaga en una oportunidad”, dijo la especialista, de ahí que su manejo sustentable dependa de su composición, ya que si está contaminada puede emplearse como biocombustible, pero si el lirio está en buen estado será útil para la elaboración de prebióticos, enzimas, composta, nanocristales y monosacáridos, entre muchos otros productos.
La meta es lograr una biorefinería que permita transformar estas plagas en sistemas integrados, energéticamente autónomos y económicamente viables capaces de limpiar el agua, obtener biomasa para alimento de animales, biofertilizantes y biocombustibles útiles para la ganadería y la industria alimenticia que genere productos como enzimas, nutracéuticos e incluso fármacos.
Este proyecto multidisciplinario ha sido liderado por el doctor Ernesto Favela Torres, profesor-investigador del Departamento de Biotecnología, con financiamiento nacional e internacional, cuya planta de tratamiento se localiza en el Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco (CIBAC).
En él también participan el Departamento de Ciencias de la Salud de la Unidad Iztapalapa, la Universidades Juárez Autónoma de Tabasco, Politécnica de Pachuca, de Guadalajara y el Institut de Recherche Pour le Développement (IRD) de Francia.
La docente del Laboratorio de Residuos Sólidos de la Unidad Iztapalapa concluyó que entre los retos más importantes para los biotecnólogos destacan el aumentar la investigación multidisciplinaria para mejorar los procesos de fitorremediación y el aprovechamiento de biomasa contaminada, además de crear estrategias que desarrollen recursos naturales para producir bienes y servicios que conduzcan a soluciones ambientales.
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