- “Más de cinco millones de estudiantes no se inscribieron al ciclo escolar actual, por razones relacionadas a la crisis sanitaria”, alertó la senadora Estrella Rojas.
Por: Redacción/
El confinamiento y aislamiento social, que se implementaron para evitar los contagios del SARS-CoV-2, incrementaron los problemas de ansiedad, depresión y trastornos mentales,que podrían prolongarse durante muchos años en niñas, niños y jóvenes, por lo que, de no atenderse, podrían reducir su desempeño académico y aumentar la deserción escolar e, incluso, los suicidios, advirtió la senadora Estrella Rojas Loreto.
Ante este reto de salud pública y de educación, señaló la legisladora de Acción Nacional, resulta preocupante que no exista una política de Estado para hacer frente al aumento de los trastornos mentales.
En este contexto, presentó un punto de acuerdo para solicitar a la Secretaría de Salud que fortalezca los programas de promoción y prevención de la salud mental, y amplie la atención en hospitales generales, especialmente enfocados a menores y jóvenes.
Además, en el documento, que fue turnado a la Comisión de Salud para su análisis y dictamen correspondiente, la senadora también pidió que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público incremente el financiamiento en esta materia
Rojas Loreto subrayó que más de cinco millones de estudiantes no se inscribieron al ciclo escolar actual, por razones relacionadas a la crisis sanitaria internacional, por falta de dinero o de recursos.
Además, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) advirtió que existen efectos negativos por la pandemia sobre la salud mental de niños, niñas y jóvenes, que podrían prolongarse durante muchos años.
De acuerdo con este organismo, abundó, se calcula que uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años sufre un trastorno mental diagnosticado en todo el mundo, y casi 46 mil jóvenes se suicidan cada año, por lo que las enfermedades mentales con una de las cinco principales causas de muerte para este grupo de edad.
Sin embargo, denunció que, a pesar de ello, solamente alrededor de dos por ciento de los presupuestos de salud de los gobiernos se destinan a la salud mental en todo el mundo.
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