Por: Redacción/
La tuberculosis (TB) es la enfermedad infecciosa crónica más frecuente en el mundo, ocasionada por un solo patógeno. Es tratable, pero sigue provocando muertes a pesar de los esfuerzos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Es un padecimiento que todavía no está resuelto”, afirmó Yolanda López Vidal, académica de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Según la OMS, sigue siendo la enfermedad infecciosa más letal, a pesar de ser prevenible y curable. En el orbe, cada día aproximadamente 30 mil personas contraen esta afección, y se registran casi cuatro mil 500 decesos. Se calcula que la lucha contra la tuberculosis ha salvado 54 millones de vidas desde el año 2000, y la tasa de mortalidad se ha reducido en 42 por ciento.
En 2018, la Secretaría de Salud reportó dos mil 235 casos en total, mientras que en el Boletín Epidemiológico de la propia Secretaría (semana 8 de este año, finales de febrero), en los primeros meses de 2019 se registraron 667 casos de tuberculosis en mujeres y mil 125 en hombres.
En México existen diversas estrategias para controlar esta enfermedad que se relaciona con el nivel socioeconómico: entre más pobres, el riesgo es mayor, porque en ese sector falta educación, buena alimentación y vacunación.
Este 24 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Tuberculosis para crear conciencia sobre las consecuencias sociales, económicas y de salud de este padecimiento, y acelerar los esfuerzos para ponerle fin. En esta fecha se recuerda que en 1882 Robert Koch anunció el descubrimiento de la bacteria que provoca la TB, lo que posibilitó diagnosticarla y curarla. Este 2019 la efeméride lleva por lema “Es hora de actuar”.
De fácil contagio
López Vidal explicó que la tuberculosis se origina por la bacteria Mycobacterium tuberculosis. Los enfermos tienen más probabilidades de transmitirla a las personas con quienes conviven todos los días: familiares, amigos y compañeros de trabajo o escuela.
Este padecimiento infecto-contagioso crónico se manifiesta con fiebre, neumonía y granulomas, y tiene la capacidad de causar daño en cualquier órgano o tejido, siendo el más importante el pulmón. También puede afectar hígado, riñones, meninges en población pediátrica, incluso en varios órganos al mismo tiempo (tuberculosis miliar). “Las fallas en el estado general de salud del paciente le pueden ocasionar la muerte”.
Pero no todos somos susceptibles, sólo 10 por ciento de la población se enferma. Regularmente ocurre cuando somos pequeños o adultos mayores, pero la TB pulmonar, la más común, tiene más incidencia en población de 25 a 50 años.
A pesar de la disminución en el número de decesos, esta afección continúa en el mundo; esa persistencia se debe a que muchos de los pacientes no completan el tratamiento y la bacteria genera resistencia.
“La tuberculosis es una de las enfermedades llamadas ‘de la pobreza’, pero sin importar su estigmatización, la gente debe acudir a los centros de salud para tener un diagnóstico adecuado e iniciar un tratamiento”.
Para acelerar la respuesta contra la tuberculosis, los jefes de Estado celebraron, en septiembre de 2018, la primera Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre la TB, en la que se comprometieron a poner fin a esta enfermedad.
El lema de este año, “Es hora de actuar”, pone el acento en la urgencia de adoptar medidas para cumplir los compromisos adquiridos: aumentar el acceso a la prevención y tratamiento; establecer la rendición de cuentas; garantizar una financiación suficiente y sostenible, en particular para la investigación; poner fin a la estigmatización y la discriminación; y promover una respuesta equitativa, basada en los derechos y centrada en las personas.
López Vidal comentó que se participó en la estrategia para acabar con la epidemia mundial de tuberculosis, que pone como metas reducir las muertes por esta causa en un 95 por ciento, y reducir los nuevos casos en 90 por ciento entre 2015 y 2035, compromisos adquiridos como metas del milenio. Ahora el llamado es a mejorar los métodos diagnósticos de manera temprana, además de extender el acceso al tratamiento y contar con nuevas vacunas.
Es una tarea prioritaria reducir los decesos y la tasa de incidencia a menos de 10 casos por 100 mil habitantes, además de lograr que ninguna familia afectada tenga que hacer frente a costos catastróficos. “Comprometámonos con esta meta, cuya directriz lidera la OMS”, concluyó.
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