- Expertos participaron en la mesa ¿Somos el error de la Matrix? Teorías de existencia y multiversos
Por: Redacción/
Una simulación como la descrita en la Matrix podría ser la realidad de los seres humanos, ya que “no podemos estar seguros de que lo que conocemos como vida no sea sino un montón de cerebros resguardados en contenedores y conectados a electrodos controlados por una máquina”, afirmó el doctor Armando Cíntora Gómez, investigador del Departamento de Filosofía de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Durante la mesa ¿Somos el error de la Matrix? Teorías de existencia y multiversos, que formó parte del ciclo Big Brother. Discurso político, vigilancia y control, organizado por la Dirección de Comunicación del Conocimiento de la Casa abierta al tiempo, sostuvo que algunos escenarios escépticos como el descrito por Descartes formulaba otra gran pregunta ¿podríamos saber que no estamos siendo engañados por un ente o genio maligno que introduce todas nuestras experiencias sensoriales y sistemas de creencia a nuestra mente?
Una versión contemporánea de esta hipótesis es la que se ilustra en la Matrix, en la cual se generan todas las experiencias perceptuales a modo de simulación inmersiva, pero “¿y si estuviéramos en algunos de estos escenarios podríamos saber que lo estamos?”. La respuesta siempre es un tanto imprecisa, porque toda la experiencia empírica y su evidencia son compatibles con ambas posibilidades.
El argumento para concluir que no se puede asegurar si se está en una simulación o no, es que de estarlo no se podría saber lo que se cree conocer y, a su vez, tampoco se puede advertir el mundo del creador de dicha simulación porque estaría en otra realidad a la de los habitantes del universo simulado.
Por ello el simulador es análogo a un dios que ha originado ese orbe de ficción, pero no así el cosmos completo, porque ese dios o la matrix no podrían haberse autocreado, pero sí al globo de simulación, dijo el doctor en Filosofía de la Ciencia por la Universidad de Londres.
Las fotografías tomadas desde el espacio muestran lo inconmensurable y lo inimaginable que representa el espacio, eso conocido como el borde del horror cósmico en el que cuesta mucho trabajo asumir la diminuta posición de la humanidad en el universo.
Este tipo de temas podrían ser cuestiones centrales del mundo contemporáneo “¿qué somos del universo?, ¿qué de él somos nosotros?, pero nuestra era dista mucho de esta visión idealista”, dijo el doctor Amadís Ross González, coordinador del Seminario Estéticas de Ciencia Ficción y coordinador general del Seminario Permanente de Investigación de Arte y Cultura México-Japón.
Sin embargo, el asombro de imágenes tan impactantes como las del Hubble prácticamente se ha extinguido y hoy el conocimiento se ha transformado en información que crece apilándose, pero “no nutre nuestro entendimiento del orbe, ya que vivimos escapando, empujados por la presión para producir y consumir, queriendo siempre algo que no tenemos”, porque el capitalismo se basa en la economía del deseo y “cuando cumplimos lo que queríamos en automático queremos algo más y así en forma interminable hasta el punto de quedar insensibles. Hemos visto tanto que ya nada nos impresiona, la foto de un racimo de galaxias no parece asombrarnos, se vive anestesiados y alimentados por la insatisfacción”.
La ciencia, el arte, la filosofía y la mística son caminos que afirman que se vive en la más diversa y sorprendente realidad, “¿por qué entonces no podemos tocarla o acceder a ella? Ningún ser humano escapa de sentir en los huesos la pregunta central ¿qué es esto que llamamos vida?”, incluso la historia de la especie podría clasificarse por cómo ha lidiado con este cuestionamiento otorgando alivios, pero hoy en día no se tiene mucho tiempo para pensar en estos asuntos.
Entonces valdría la pena recordar que lo humano se juega en la afirmación de su diversidad tanto individual como colectiva de los pueblos y naciones, tal vez así nadando río arriba “negándonos a que el sistema dicte las posibilidades y abriendo brecha con la propia fuerza se consiga crear maneras nuevas de contemplación mágica y de asombro, tal vez así el multiverso podrá sobrecogernos en su indescriptible magnificencia y pueda capturarse una chispa de esta grandeza”, aseguró el investigador.
En este sentido se ha visto “en la ciencia ficción que podríamos vivir en la Matrix donde hay muchas posibilidades de ser y actuar, pero ¿qué pasa si ocurren en este mismo momento? Se llamaría entonces multiverso”, apuntó el doctor Saúl Noé Ramos Sánchez, jefe del Departamento de Física Teórica del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La ciencia concibió la idea del multiverso por primera vez cuando descubrió hace 100 años los misterios del funcionamiento de la física a nivel de lo atómico, subatómico y de las partículas elementales. La mecánica cuántica no se rige por las reglas de Newton en las que pueden hacerse predicciones puntuales en cada punto del tiempo, sino que todas las posibilidades están ocurriendo y están descritas por algo que los científicos llaman la función de onda.
Pero más allá del microcosmos existen macrocosmos analizados por la cosmología que llevan físicamente a estudiar el origen y el desarrollo de la dinámica del universo a partir de la inflación cósmica, fenómeno con el cual el espacio creció más rápido de lo que la velocidad de la luz puede viajar.
Y esto sucedió en distintos lugares donde esa pequeña pelotita llamada mundo creó espacios que se rigen bajo otras reglas de la física. Esta idea de muchos universos llevó al premio nobel Steven Weinberg a predecir una consecuencia de esta posibilidad, de que hubiera muchas partes del planeta inflándose a distintas tasas y creando energía oscura, que es la causante de que se esté expandiendo a una mayor velocidad cada día.
El multiverso también es posible en la teoría de cuerdas expuesta en 1970, la cual sostiene que todas las partículas son cuerdas que vibran con distinta energía. Esta teoría al combinarse con la mecánica cuántica concluyó que la humanidad vive en un planeta que tiene nueve dimensiones espaciales en lugar de tres y que cada una de ellas forma dimensiones que conducen a un universo con leyes de la física y la naturaleza diferentes. “Y si alguien se pregunta si realmente se vive en un multiverso, la más sincera respuesta es que aún no lo sabemos”, finalizó.
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