• 53 por ciento de los pacientes graves presentó desnutrición; 27 por ciento estaba cercano a esta condición y sólo 20 por ciento se reportó bien alimentado.

Por: Redacción/

Una nutrición adecuada en adultos mayores enfermos de COVID-19 será crucial para su recuperación, además de que el sistema de salud debe asumir un tratamiento farmacológico integral y una terapia alta en vitaminas A, C, D, B6, B12, folatos y hierro, recomendó la maestra María del Consuelo Velázquez Alva, profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El padecimiento causado por ese coronavirus es el problema sanitario más grave en todo el mundo y en personas de edad avanzada se ha asociado al agravamiento de la infección y a una tasa alta de mortalidad, ante lo cual la atención nutricional no debe ser ignorada en ese sector poblacional, que está en riesgo potencial debido a la depresión y la soledad, derivados del distanciamiento o aislamiento social que favorece la anorexia y la pérdida de apetito, desarrollándose desnutrición y, con ello, lentitud en la recuperación del SARS-CoV-2.

La investigadora del Departamento de Atención a la Salud de la Unidad Xochimilco de la Casa abierta al tiempo citó estudios, según los cuales 53 por ciento de los pacientes graves presentó desnutrición; 27 por ciento estaba cercano a esta condición y sólo 20 por ciento se reportó bien alimentado.

La dieta occidentalizada que prevalece en México –elevada en grasas saturadas, azúcares e hidratos de carbono refinados, y baja en fibra y ácidos grasos insaturados– se corresponde con una disminución del sistema inmune adaptativo y, por lo tanto, con una respuesta pobre ante los agentes virales y el aumento de la inmunidad innata, lo que favorece la inflamación crónica que lleva en poco tiempo a más complicaciones.

Por ello, los especialistas aconsejan consumir comida rica en proteína y aminoácidos con elevado valor biológico, vitaminas A, C, D, B6 y B12, así como ácido fólico y hierro. Entre los productos altos en B12 destacan lácteos, huevo, carnes rojas, pescados e hígado. La vitamina D está en el aceite de hígado de bacalao, huevo, sardinas y atún, mientras que el hierro se encuentra en carnes rojas, legumbres, lentejas, frijoles, garbanzos, espinacas y frutos secos.

También es importante la ingesta de antioxidantes: vitamina C, polifenoles y flavonoides hallados en el té verde, el vino tinto y los cítricos –naranja, frutos rojos y algunas verduras verdes– para contrarrestar el estrés oxidativo de pulmones, agregó en la Conferencia Recomendaciones nutricionales y apoyo nutricional especializado en el adulto mayor con COVID-19.

Para los enfermos internados es relevante tamizar y evaluar el estado de alimentación de manera exhaustiva, cuyo protocolo pide que a su admisión se haga un registro de la masa corporal y una evaluación de parámetros bioquímicos, además de un tamizaje simplificado de riesgo nutricional, apuntó la doctora Velázquez Alva.

En caso de ser necesaria la suplementación sistemática, se propone la proteína de suero de leche en dosis de 20 gramos por día y la infusión diaria de multivitamínicos y multiminerales, así como la ingesta de elementos traza y vitamina D, de 25 o 50 mil unidades por semana.

Los suplementos orales elevados en proteína de 600 a 900 kilocalorías y de 35 a 55 gramos de proteína son recomendados y durante la hospitalización –en caso de empeorar la condición respiratoria– se indica la nutrición parenteral (intravenosa) o enteral (directamente al tracto gastrointestinal mediante sonda).

Aquellos pacientes auxiliados por un respirador artificial requerirán una alimentación y suplementación de tipo enteral, pospilórica, nasoyeyunal o por gastrostomía, pues les resulta casi imposible hacerlo de manera regular.

Aun cuando resulta bastante difícil en estas circunstancias de emergencia mantener un control óptimo es preciso que la práctica clínica considere estas recomendaciones internacionales para evaluar y proporcionar una terapéutica adecuada en las personas adultas mayores infectadas por COVID-19; esto corregirá los resultados adversos, incluidas la disfunción inmunológica, la desnutrición, la comorbilidad y la readmisión hospitalaria.

La investigadora participó en el Segundo Ciclo: Aportes del Departamento de Atención a la Salud en el contexto de la pandemia de COVID-19, convocado por la Unidad Xochimilco de la UAM.