Por: Redacción/
En su lucha por la igualdad, las mujeres han logrado acceder a la educación superior, a la academia e incluso a ciertos cargos en la estructura administrativa universitaria, sin embargo, persisten un piso disparejo y un techo de cristal, que impiden alcanzar la equidad de género, sostuvo la doctora Gloria Ramírez Hernández, presidenta de la Asociación Internacional de Educadores para la Paz, con sede en París.
Instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se han “feminizado” –e incluso las alumnas representan poco más de la mitad de la matrícula– pero existen todavía diferencias grandes, “por lo que es necesario reflexionar sobre el papel que queremos tener en una sociedad que pretende ser democrática”.
En el VI Congreso Internacional Avances de las mujeres en las ciencias, las humanidades y todas las disciplinas, realizado en la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), añadió que sólo 34 por ciento del Sistema Nacional de Investigadores corresponde a científicas, unas siete mil, de acuerdo con el Consejo Nacional de Ciencia y tecnología, y aun esto representa un gran avance, porque en 1984 no formaban parte ni del segundo ni del tercer nivel de dicho sector; empero sigue siendo desigual su presencia y “no creo que haya alguien que piense que es por falta de inteligencia”.
Las universidades debieran apostar por la inclusión de la perspectiva de género, porque “es un hecho que si queremos un país democrático, éste no se logrará sin la igualdad” y en este momento “no sólo tenemos déficit democrático, sino enormes desafíos hacia la paridad, entre ellos la violencia y el feminicidio, pues ahora mueren asesinadas siete mujeres cada día en México”.
La coordinadora de la Cátedra UNESCO de Derechos Humanos de la UNAM expuso que en el desarrollo de los estudios críticos de género que son incorporados en las instituciones de educación superior, éstos “se quedan como espacios para unas cuantas, que no permean otros sitios”.
La doctora Ramírez Hernández, quien el año pasado recibió el Reconocimiento Elvia Carrillo Puerto por su trabajo en favor de los derechos de las mujeres y la igualdad de género, expuso que la ciencia moderna nació con la exclusión de las mujeres, pero a lo largo de la historia se ha dado un proceso lento y gradual de incorporación y reconocimiento de su trabajo en las actividades científicas y tecnológicas, sin embargo esta evolución numérica no significa que existan condiciones de igualdad y según la UNESCO, sólo 27 por ciento de mujeres en el mundo se dedica a actividades científicas.
De acuerdo con una encuesta del Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM, las investigadoras dedican más de 20 horas a la semana al cuidado de personas, contra menos de 10 horas por parte de los hombres, además de que casi 30 por ciento consideró que existe trato desigual entre varones y mujeres.
En dicho ejercicio se registraron testimonios, tales como que: “es muy simple, por ejemplo, mi marido es un súper papá, pero a las 10 de la mañana le vale si hay pollo, pescado o carne en la casa, si se tiene cita con el pediatra o la maestra, si hay que llevarlos a la natación; toda esa carga siempre es de la mujer y es un gasto de energía y concentración que te quita un espacio”.
Las mujeres de cuatro poblaciones académicas (investigadores, profesores de carrera, docentes de asignatura, así como técnicos académicos) de la UNAM perciben en mayor o menor medida la desigualdad: de 41.9 por ciento de las profesoras de carrera, hasta 29.6 por ciento de las investigadoras, en tanto que la percepción de los varones sobre la desigualdad es mucho menor: de 27.9 por ciento en profesores de carrera, hasta 14.3 por ciento en investigadores.
El feminismo, como paradigma teórico que data desde la Ilustración cuando se habla de la universalidad de los derechos humanos, ha ayudado a visibilizar este tipo de situaciones, sin embargo se encuentran obstáculos como “la ignorancia de quien no sabe qué es el feminismo” y en ese sentido la discriminación hacia las mujeres es un fenómeno arraigado firmemente en la cultura patriarcal y que se manifiesta de muy diversas maneras.
La doctora Ramírez Hernández enfatizó la importancia de entender y analizar, por disciplina, cómo se originan y perpetúan las condiciones de desigualdad entre ellas y ellos, así como la manera en que operan los mecanismos culturales y estructurales que las sostienen.
No Comment