Por: Redacción
El turismo nacional enfrenta el enorme reto de la sostenibilidad. La forma en la que esta actividad se realiza actualmente en el país está muy lejos de considerar elementos ambientales, sociales y económicos para reducir su impacto en ecosistemas y comunidades locales, expuso Paola Gómez Priego, del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad (LANCIS) del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM.
Según cifras oficiales (Secretaría de Turismo), en 2015 mil 186 millones de turistas viajaron por todo el planeta. El turismo mundial, señaló la universitaria, contribuye con al menos tres por ciento de la economía, y entre tres y cuatro por ciento del empleo.
Es una actividad económica muy importante y en crecimiento, pero con alto impacto ambiental y social, por lo que está muy lejos de ser turismo sostenible, entendido como aquel que toma en cuenta los impactos sociales, ambientales y económicos, y que considera las necesidades de los visitantes y de la industria, pero también de las comunidades hospederas.
“Nos estamos moviendo más que nunca. Para todos es importante conocer sitios nuevos, eso nos hace turistas. Localmente se considera que el 60 por ciento de los mexicanos viajan, es decir, 72 millones”, subrayó.
En videoconferencia ofrecida en Universum, Museo de las Ciencias de la UNAM, señaló que el 93 por ciento del turismo que recibimos proviene de América (80 por ciento de Estados Unidos y Canadá), el 5.7 por ciento de Europa y una cantidad menor de otras partes del mundo.
Sin embargo, remarcó, desde el punto de vista ambiental tenemos problemas de contaminación, transformamos el territorio para hacer productos importantes para la gente y sobreexplotamos los recursos naturales.
Alto consumo de agua y más basura
Mientras un mexicano promedio consume a diario unos 150 litros de agua, un turista utiliza entre 350 y dos mil 500 litros al día por las actividades asociadas a su visita.
Respecto a las aguas residuales, normalmente una persona descarga hasta 120 litros por día, y un turista puede llegar a 500. Esto genera presión en las localidades, que tienen que responder ante la demanda del tratamiento de este líquido.
“La meta de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) es tratar el 60 por ciento del recurso residual, esto significa que 40 por ciento se queda sin ese proceso, pero la realidad es otra. Cuando se revisan los reportes de ese organismo se revela que se trata sólo el 30 por ciento, mientras que en 2014 Adalberto Noyola, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, documentó que la cifra es de apenas 20 por ciento”, destacó Gómez Priego.
El turismo tradicional intensifica la cantidad de aguas residuales que se generan, y “si sólo se trata entre 20 y 30 por ciento, el resto se descargan a los acuíferos y al suelo, generando contaminación”.
En relación a los residuos sólidos, mientras una persona en México produce, en promedio, 800 gramos de basura al día, en un ambiente turístico genera el doble (alrededor de un kilogramo con 600 gramos). Además, sólo el 13 por ciento va a rellenos sanitarios que cumplen con las normas ambientales.
“Si como turistas producimos más del doble de basura, creamos presión sobre los ayuntamientos para lidiar con el problema”, remarcó la universitaria.
Daños por el turismo
Respecto a las costas, la experta comentó que se trata de sistemas complejos. “Muchas de las actividades asociadas al turismo se realizan ahí. El hotelero busca vender lo más cercano a la playa, pero eso destruye los manglares, los bancos de arena y los humedales costeros”.
Además de perder diversidad, el inadecuado uso de esos sitios nos hace más vulnerables a los fenómenos naturales. “Cuando vienen tormentas, se desestabiliza el entorno y se pierde una parte de la playa porque ya no existe la duna”, explicó.
De igual manera, la vulnerabilidad al cambio climático crece sin los controles naturales de los ecosistemas. Ejemplo de ello son los problemas de huracanes y la intensificación de los patrones de lluvias y tormentas.
En el factor económico, el turismo origina una alta deuda pública para crecer en infraestructura. “En los municipios de zonas costeras les cuesta mucho trabajo dotar de servicios e infraestructura, y se tiende a marginar a los locales”.
En esta actividad la inequidad está presente. Quienes viven en zonas turísticas tienden a ser segregados y a vivir en la pobreza, porque hay exclusión social y territorial. “También hay pérdida cultural, que es muy difícil de medir, pero incluso se modifican las artesanías por intereses de los visitantes”.
Turismo sostenible
La Asamblea General de la ONU declaró al 2017 como el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, con la intención de promover esa actividad económica creando conciencia de la importancia de impulsarla y desempeñarla responsablemente.
El turismo sostenible promueve un crecimiento económico inclusivo, que se pueda mantener sin agotar los recursos o causar daños graves al medioambiente; su objetivo es fortalecer el empleo y disminuir la pobreza, hacer eficiente el uso de recursos, proteger el medio ambiente y aminorar el cambio climático, además de fomentar valores culturales, comprensión mutua, paz y seguridad.
Aunque en México hay leyes al respecto, la realidad es que las autoridades trabajan de manera desarticulada, opinó Gómez Priego.
En la UNAM existe el LANCIS, un nodo de integración entre la ciencia y los tomadores de decisiones. Además, “se desarrolla el posgrado en Ciencias de la Sostenibilidad y estamos creando el Observatorio de Estudiantes de Política Ambiental en Turismo, para hacer visibles muchos de estos fenómenos y que la gente tenga mayor acceso a las decisiones que se toman en la materia”, finalizó.
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