Por: Redacción/
El trauma psicológico es un evento que amenaza el bienestar físico o emocional de un individuo, y que impacta de manera persistente el inconsciente, la estructura mental o vida emocional. Muchas veces es ocasionado por sucesos comunes como una caída cuando se es niño, heridas menores, abandono, violencia, accidentes, desastres naturales o cirugías.
Es un estado de miedo intenso que experimentamos cuando nos enfrentamos a un acontecimiento repentino e inesperado que percibimos como amenazante, y sobre el cual no tenemos control ni somos capaces de responder de manera eficaz, afirmó Hideko Tanamachi Tanaka, académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Aunque es común hasta cierto punto, es la causa de sufrimiento humano más negada, malentendida e ignorada. Lo más importante es entender que ciertos individuos, especialmente los niños, pueden verse sobrecogidos por los eventos cotidianos, remarcó.
La universitaria expuso que los indicadores pueden ser trastornos del sueño, afecciones gastrointestinales, ansiedad, inquietud, ira, violencia, agresión, depresión y apatía.
Los traumas pueden ser heredados por la madre desde el vientre y estar presentes antes de que la persona tenga memoria racional o consciente. Si la mujer tiende a la angustia, es aprensiva o padece alguna situación durante su embarazo, el bebé puede nacer con un sistema desregulado.
“Cuando un bebé tiene problemas físicos, llora mucho, tiene reflujo o no pude dormir, tiene un sistema nervioso desregulado; lo mismo ocurre cuando crece, va a la escuela y presenta trastorno por déficit de atención”, detalló la psicoterapeuta.
Quien vive con traumas, considera que su cuerpo no es un lugar seguro donde estar, pero tampoco lo es el mundo, y cuando una persona no se siente segura, no puede aprender ni jugar.
“Si nos ocurre un evento traumático y no sanamos, nos encerramos en nosotros mismos y dejamos de vincularnos con los demás, cuando la ‘normalidad’ implica estar conectados con nuestro cuerpo y con el mundo”.
Hideko Tanamachi Tanaka indicó que nuestra sociedad está convulsionando en muchos sentidos y eso hace que congelemos las sensaciones, lo que nos empuja a buscar actividades recreativas cada vez más intensas.
Finalmente, comentó que la falta de conexión con nosotros mismos y con los demás es difícil de reconocer, porque ocurre de manera lenta, pero sostenida. “Algunas veces nos adaptamos a estos cambios sutiles sin notarlo, y aunque es un hecho de la vida, el trauma no tiene por qué transformarse en una sentencia de por vida, porque los desarrollos científicos de las últimas décadas han proporcionado herramientas psicológicas eficaces para sanarlo”.
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