Por: Redacción/
La mala alimentación; trastornos gastrointestinales; incremento de consumo de café, alcohol, tabaco; dolores musculares; migrañas; resfriados frecuentes; insomnio; enfermedades mentales como depresión, ansiedad y neurosis; ausentismo; relaciones interpersonales distantes; incremento de conflictos familiares, incluido el divorcio, son consecuencia de malas condiciones laborales.
Así lo afirmó Erika Villavicencio-Ayub, coordinadora e investigadora de psicología organizacional, de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, quien resaltó que “en los últimos 20 años se han normalizado las malas condiciones de trabajo y el impacto en la salud es, en muchos casos, irreversible”.
En México, trastornos psicosomáticos, emocionales, comportamentales y físicos como el síndrome burnout (desgaste), tecnoestrés y adicción al trabajo, además del acoso laboral, lo demuestran.
Según la OCDE, 43 por ciento de los mexicanos padece estrés laboral, siendo el país con mayores índices a nivel global; además, somos los que más número de horas trabajan a la semana, pero con los menores índices de productividad, refirió.
Las jornadas inflexibles y prolongadas, de hasta 55 horas a la semana; trayectos a la oficina de cerca de dos horas; sobrecarga de tareas; condiciones laborales inadecuadas como iluminación, espacio, equipo; clima laboral negativo; jefes con liderazgo deficiente; acoso laboral o mobbing; e incapacidad para manejar los conflictos, son las principales razones.
Trastornos laborales
De acuerdo con estudios efectuados por Villavicencio-Ayub, y con base en diversas estadísticas realizadas en los últimos años, 35 por ciento de los mexicanos son considerados adictos al trabajo (principalmente los empleados de 29 a 48 años de edad); 85 por ciento de las empresas recompensan este trastorno, confundiéndolo con compromiso y efectividad laboral.
La adicción se vuelve más común por el uso inadaptado de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC): estar conectados mediante dispositivos móviles, correo electrónico y redes sociales la mayor parte del día, incluso de la noche, fines de semana, vacaciones, y aún enfermos, incrementa entre cinco y 20 horas de trabajo a la semana.
Derivado de ello emergen nuevas ‘adicciones’: al WhatsApp, la tecnoadicción, la infoxicación y el tecnoestrés, que empiezan a ser preocupantes por el acelerado crecimiento de las TIC.
“En nuestros estudios encontramos que el tiempo dedicado a estas aplicaciones, mentir sobre cuánto se usan, presentar alucinaciones o vibración fantasma (creer que se reciben notificaciones cuando no es así) y el síndrome de abstinencia si no se tiene acceso al wifi o se acaba la batería, afectan las horas de sueño, el cuidado personal, la alimentación y relaciones interpersonales. Pero es más grave cuando el individuo se aísla, baja su desempeño laboral y no consigue limitar su uso”, subrayó la universitaria.
A esta situación se suma el alto índice del síndrome burnout: 40 por ciento de los trabajadores mexicanos lo padecen, y sus síntomas son agotamiento físico y emocional, indiferencia ante los clientes o compañeros de trabajo, insatisfacción personal y frustración, y casos –ya reportados– de Karoshi (muerte por infarto al miocardio derivada de la sobrecarga laboral).
En cuanto al acoso laboral o mobbing, “según nuestros análisis, 62 por ciento manifestó haberlo sufrido en algún momento, principalmente por parte de sus jefes (60 por ciento).
También cobra importancia el presentismo, que implica estar en el centro laboral sin ser productivo. Una de cada tres personas que sufren este trastorno es por problemas de salud que las imposibilita a desempeñarse de manera adecuada; acuden enfermos física o psicológicamente a falta de opciones para justificar sus ausencias.
Otra tercera parte pierde el tiempo viendo páginas de Internet no relacionadas con sus tareas, en chats con amigos, encuentros casuales de pasillo, salir a fumar con los colegas o pedir permiso para atender actividades personales.
“Siete de cada 10 personas se conectan a Internet en equipos de oficina, y nueve de cada 10 en sus dispositivos personales; la tecnología y sus distractores provocan que el tiempo productivo de los trabajadores se reduzca en un 40 por ciento”.
Esto evidencia que la “fórmula empresarial” ha fallado, y tiene afectaciones graves en la calidad de vida de los trabajadores, resaltó.
Urge un cambio de paradigma
Los empleados enfermos física y psicológicamente representan una baja en la productividad, y alguien estresado tiene mayor probabilidad de renunciar.
“La calidad y bienestar laboral no están garantizadas. Los involucrados esperamos ver los primeros resultados de la entrada en vigor de la NOM-035 de factores psicosociales. Éste puede ser el camino para promover espacios organizacionales favorables, pero debe ir más allá de su cumplimiento, pues ocho de cada 10 empresas se desarrollan con una cultura laboral tóxica y no atienden de raíz la verdadera responsabilidad que tienen con sus empleados”, remarcó Villavicencio-Ayub
Es indispensable un cambio de paradigma, donde se acepte que el estrés no es igual a productividad, que las empresas deben invertir en áreas estratégicas para gestionar a su talento, en capacitación de buen nivel, en la implementación de políticas que aseguren condiciones libres de violencia laboral, protocolos de no discriminación y evaluaciones de desempeño objetivas, concluyó.
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