Por: Redacción/
Durante el confinamiento por la COVID-19 las horas de trabajo académico de las y los científicos de Estados Unidos y Europa se han reducido en 11 por ciento, al pasar de 61 a 54 horas por semana; en el caso de las mujeres se registra una disminución adicional de cinco por ciento, aseguró la Coordinadora para la Igualdad de Género de la UNAM, Tamara Martínez Ruiz.
Al inaugurar el seminario virtual “La investigación y la docencia en tiempos de pandemia. Una reflexión con enfoque de género”, agregó: entre las investigadoras e investigadores con al menos un hijo o hija menor de cinco años, o entre quienes cuidan a personas mayores de 65 años, la reducción es de hasta el 17 por ciento, de acuerdo con un estudio publicado en la Revista Nature, en julio pasado.
Además, en el caso de los artículos de autoras en Journal bajó 16 por ciento comparado con el año 2019; en aquellos en los que son primeras autoras disminuyó 19 por ciento.
“Esta realidad es compartida también por estudiantes de licenciatura y posgrado que podrían encontrarse en una situación similar, imposibilitadas de cumplir con compromisos académicos en las fechas establecidas. Estos son ejemplos ante los que la Universidad Nacional no puede ser omisa.
“Por ello, la UNAM ha destinado ya alrededor de 800 millones de pesos en equipamiento de toda índole, desde sanitario hasta de enseñanza en línea, para retener a la mayor cantidad posible de alumnos”, aseveró.
El confinamiento, prosiguió, agudiza la tensión escuela-trabajo-cuidados que puede afectar las trayectorias de sectores de la comunidad universitaria con menos posibilidades de distribuir responsabilidades de procuración.
Recordó que las mujeres dedican, en promedio, 25 horas a la semana al cuidado y atención de menores en el hogar, mientras que los hombres sólo 12; y al trabajo no remunerado 30 y 10 horas, respectivamente.
Martínez Ruiz también señaló que la exigencia de productividad en investigación y docencia en la educación superior agudiza las desventajas que ya enfrentan a las mujeres ante hombres que realizan tareas de cuidado en menor proporción.
“Nuestra responsabilidad como universitarios y universitarias es reconocer el bien social que producen las tareas de cuidado en los hogares, al igual que la docencia y la investigación; y esto ocurre hoy, no al terminar la pandemia”, insistió en el seminario organizado en conjunto con las coordinaciones de la Investigación Científica, de Humanidades y de Difusión Cultural.
El titular de la Coordinación de la Investigación Científica, William Lee Alardín, reconoció que la contingencia sanitaria exacerbó problemas ya existentes. Por ejemplo, para realizar las actividades a distancia se requiere contar con ancho de banda, así como con espacio y tiempo para concentrarse.
Transformar el hogar en salón y oficina impacta la vida diaria de las personas, especialmente de las mujeres. Por ello, celebró la realización del seminario en el que se discutirán estos temas, a fin de atenderlos y proponer soluciones.
En representación de la coordinadora de Humanidades, Guadalupe Valencia García, la secretaria Académica de esta instancia, Gabriela Ríos, coincidió en que las universitarias aprendieron a trabajar de manera distinta ya que el confinamiento rompió las fronteras entre el hogar y la oficina.
“Este tema ya se está trabajando en la Coordinación para evaluar de forma distinta a las investigadoras y apoyarlas, porque en efecto, se ha duplicado el trabajo”, expresó.
Modelo único de familia
Como parte del seminario, Cristina Palomar, doctora en Ciencias Sociales y fundadora del Centro de Estudios de Género de la Universidad de Guadalajara, dictó una conferencia en la que expresó que sólo el 13.3 por ciento de las mujeres de clase media en México, con hijos menores de 14 años, no tienen un trabajo remunerado.
Esto significa que 86.6 por ciento lidia con su empleo, las exigencias domésticas, el cuidado de la salud, dejar a los hijos al resguardo de otras personas o sin la compañía de un adulto, entre otras complicaciones.
A las mujeres se les otorga la responsabilidad de apoyar la educación de los niños y cuidar la salud durante el confinamiento, pues se piensa que en nuestro país existe un solo modelo de familia, en el que ellas están en casa y hacen estas labores “por amor”. Este es un problema colectivo de cultura de género, puntualizó.
En la investigación y la docencia en educación superior hay mayor número de hombres que de mujeres, y existe una división del trabajo doméstico más igualitaria debido a una creciente conciencia de género entre las académicas.
Finalmente, Martínez Ruiz agradeció el apoyo de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico, la Coordinación de Universidad Abierta, Innovación Educativa y Educación a Distancia, la Coordinación General de Estudios de Posgrado, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género, la Dirección General de Atención a la Comunidad y al grupo Mujer y Ciencia de la UNAM.
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