Por: Redacción/
La percepción sobre la alimentación, la nutrición y la salud adecuadas en todos los sectores de la población es de incertidumbre y desconfianza debido a los riesgos sanitarios en los productos, afirmó la doctora Miriam Bertrán Vilá, profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Al impartir la conferencia Retos de la alimentación comunitaria en la sociedad contemporánea, la académica señaló que la sociedad sabe que la comida es potencialmente riesgosa por el uso de conservadores, el contenido de hormonas y la alta densidad energética de azúcares y grasas, “pero desconfía de la información y de todo”.
La académica del Departamento de Atención a la Salud de la Unidad Xochimilco de la UAM consideró que la nutrición debe ser vista “como algo que incide en la vida real, porque se desconocen los elementos que influyen en las decisiones cotidianas” sobre la ingesta de alimentos las cuales forman parte de procesos socioculturales determinados por factores económicos, políticos y culturales.
Los especialistas deben considerar las paradojas de la alimentación contemporánea: la prevalencia de la obesidad y el miedo a ésta, el deseo de tomar medidas para restringir determinados comportamientos y la difusión continua del ideal social de la delgadez en la promoción del consumo.
“La información sobre nutrición es continua, pero la población tiene incertidumbre a la hora de decidir qué comer y desconfía de lo que se le informa”, señaló en la Cátedra Alimentación, Nutrición y Salud Dr. Javier Aranceta, realizada en el Auditorio Arquitecto Pedro Ramírez Vázquez de la Rectoría General de la UAM.
Los efectos negativos en la salud por la industrialización de alimentos de fácil acceso son cuestionados, al ponderarse los de tipo tradicional, incluso mediante políticas públicas, como si todo tiempo pasado fuera mejor, aun cuando en un mundo hipermoderno lo orgánico resulta muy caro para el consumidor.
No está planteado que la gente establece su dieta con base en el sabor, el tiempo de preparación, el costo, la salud y la imagen corporal, pero ninguna de estas variables intervienen de manera unidireccional.
Todas constituyen manifestaciones culturales en la medida en que son agentes de interacción e integración social, pues la determinación de qué comer se hace en grupo, por lo que se trata de un asunto de interés creciente en los medios de comunicación y las actividades sociales.
Bertrán Vilá aseveró que “la obesidad y el sobrepeso tienen mayor importancia en términos de imagen corporal que de salud, ya que el bienestar que proporciona una determinada corporalidad tiene que ver con la posibilidad de poder ingerir lo que nos gusta” y ser socialmente aceptables.
La nutrióloga y antropóloga planteó la pregunta sobre hasta qué punto son las decisiones individuales las que determinan qué comer, señalando que atender la nutrición de manera individualizada acabará por generar una sociedad individualista.
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