Por: Redacción
En la concepción mítica del mundo todo está vivo y responde a la acción del hombre, como si aquello que nosotros, ahora, llamamos materia fuera otro ser humano, que hablara, tuviera relaciones sexuales y comiera, dijo el doctor en Filosofía Jaime Labastida Ochoa.
El doctor Honoris Causa por esta casa de estudios dictó la conferencia Comparación entre la cosmovisión andina y la mesoamericana, en el Primer Coloquio Literatura y Diversidad en América Latina, realizado en la Casa del Tiempo, Centro de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
“No existe, en la concepción mítica, la tajante división, que a nosotros nos parece de suyo evidente, entre materia orgánica e inorgánica, menos aún la separación”, añadió.
No acepto, sin embargo, el concepto de animismo, que utilizaron muchos antropólogos en el siglo XIX, porque no existe en esa concepción la idea de un alma (anima), separada del cuerpo, apuntó.
Lo que hallamos allí es la idea de que todo, la Tierra, el Sol, la Luna, las piedras, los árboles, el agua, tienen vida y que, por lo tanto, el nacimiento (se trata de eso, de un nacimiento) de lo que nosotros llamamos Naturaleza se produce por medio de actos sexuales.
Así, expuso, la cosmogonía es una teogonía: nacen dioses que son, a su vez, personificaciones de los objetos naturales mismos: Caos, Gea (Tierra), Uranos (Cielo), Nyx (Noche)”.
En su disertación el poeta y escritor habló sobre el estudio que llevó a cabo del pensamiento mítico y comparó el núcleo duro de las cosmogonías náhuatl y mayas con la inca, a partir del texto de Phelipe Guaman Poma de Ayala, Nueva corónica i buen gobierno, que muestra la cosmovisión del pensamiento incaico sobre la creación del mundo.
Sus reflexiones se apoyaron en los análisis clásicos de Lewis Morgan y Adolph Bandelier, matizadas por las aportaciones de Marcel Mauss y Claude Lévis-Strauss, además de Jean –Pierre Veernant, Pierre Vidal-Naquet, Marcel Détienne y Ándré Bernand.
Labastida Ochoa plantea que las razones que subyacen en el texto de Nueva corónica son de orden mítico y guardan estrecha relación con la lengua y la cultura quechuas. Lo que se encuentra en la diégesis de Guaman Poma es su enorme esfuerzo por adaptar el relato bíblico (y la historia entera de Europa) a las categorías míticas propias de la concepción quechua del cosmos.
El también miembro de número de la Academia Mexicana de la lengua dijo que Guaman consumió más de treinta años de su vida redactando Nueva corónica i buen gobierno (de 1583 a 1615).
Es posible, pues, que por la vastedad de ese esfuerzo y por la lenta gestación de textos y dibujos, haya revisado y ampliado una y otra vez, su manuscrito. Tal vez por esta causa, la diégesis adquiere algunas ocasiones la forma de un relato lineal y, otras, el rasgo de una espiral en donde los hechos se vuelven a contar, pero de manera diferente, y adquieren nuevos matices.
Es difícil, pues, reconstruir una historia coherente, al estilo occidental. Diré que lo mismo se halla en casi todos los relatos cosmogónicos, agregó.
“Así sucede en las cosmogonías náhuatl y mayas plasmadas en Anales de Cuauhtitlán y en Historias de los mexicanos por sus pinturas; en el Popol-Vuh, en los Anales de los Cakchiqueles (o Memorial de Sololá). La misma estructura se halla en el Poema de Gilgamesh y en los mitos egipcios; en la Teogonía de Hesíodo y en el Génesis bíblico”.
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