La creencia de que los biológicos provocan más daños que beneficios es relativamente baja, aunque tenemos población antivacunas que no quiere ni inmunizar a sus hijos”, señaló Fernanda Pérez Gay, investigadora de la Universidad de McGill de Canadá.
Por: Redacción/
Teorías conspirativas como que el virus SARS CoV-2 fue diseñado en un laboratorio o elaborado por un grupo de poder, así como que los gobiernos estarían ocultando los números reales de la pandemia, son algunas de las creencias de quienes se niegan a vacunarse contra el COVID-19, advirtieron investigadores de las universidades Autónoma Metropolitana (UAM) y McGill, de Canadá.
De acuerdo con una encuesta realizada en línea a más de 372 mexicanos –como parte de un estudio en el que participan los doctores Carlos Contreras Ibáñez, profesor del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa, y Fernanda Pérez Gay Juárez, investigadora postdoctoral del Laboratorio de Neurofilosofía, de la Universidad de McGill de Canadá– alrededor de seis de cada diez individuos calcula que los gobiernos ocultan los números reales de la pandemia y que la situación “es peor de lo que nos dicen los medios” de comunicación.
La indagación –que también abarca 316 individuos de Canadá y 148 de Estados Unidos– señala además que cinco de cada diez mexicanos creen que las instituciones gubernamentales sabían de la enfermedad mucho antes de comunicarlo al público y poco más de tres de cada diez opinan que el virus fue diseñado o modificado en un laboratorio o que fue producido a propósito por algún grupo de poder, mientras que dos de cada diez consideran que el virus del SARS-CoV-2 “es una farsa y que los científicos mienten”.
En relación con las creencias relacionadas con el miedo al contagio, más de nueve piensan que no se debe salir sin usar cubrebocas, pero en cuanto a que “otros me ponen en peligro al no respetar el distanciamiento social” o que los demás son peligrosos como posibles fuentes de infección, los índices se elevan por encima de nueve y de siete de cada diez personas, en cada caso.
En el bloque de conjeturas en cuanto a los gobiernos, México no sale tan diferente de las otras muestras, pero “cuando hablamos de presunciones en cuanto a individuos, en todos los rubros nuestro país sale más alto respecto del resto”, lo que infiere que hay mucho más desconfianza y miedo hacia el comportamiento de los conciudadanos que a los datos arrojados por las instituciones o los medios de comunicación.
“Esto es característico de nuestra nación y la razón por la que hacemos o dejamos de hacer tiene que ver con los sujetos a nuestro alrededor y no tanto con organizaciones o administraciones”.
Otro grupo de creencias evaluadas por los investigadores se relaciona con las vacunas y siete de cada diez piensa que éstas deberían ser obligatorias, pero poco más de dos de cada diez estiman que hacen más daño que beneficio. Además cinco de cada diez piensan que no hay forma de saber si causan secuelas desfavorables irreversibles o si son eficaces.
La doctora Pérez Gay Juárez llamó la atención sobre lo anterior, ya que sí hay manera de saber la eficacia de las inoculaciones, pues hay estudios fase 1, 2 y 3 en los cuales se ha visto que disminuyen la propagación y que todas tienen más de 80 por ciento de efectividad para disminuir los casos graves y, por tanto, las muertes por el COVID-19.
La creencia de que los biológicos provocan más daños que beneficios “es relativamente baja”, aunque “tenemos población antivacunas que no quiere ni inmunizar a sus hijos y también están los que dudan por resultados adversos, pero en general la gente no piensa que hagan más daño, sino que hay otras convicciones por arriba de esa”.
El doctor Contreras Ibáñez precisó que esta encuesta es de carácter temporal del estudio, cuyos datos fueron recogidos en febrero de este año, cuando ya había bastante evidencia e información suficientemente clara sobre las inmunizaciones.
En este eje (las vacunas) se habla no tanto de las instituciones y los sujetos alrededor, sino de la relación del individuo con la inoculación y lo que se observa es que los mexicanos dicen que sí debe ser obligatoria, mientras que el resto de países dudan más que deba ser de esa forma.
Esto es parte de “nuestra forma de ser, pues una vez que algo se nos presenta como obligatorio, dejamos de desconfiar”; hay una paradoja: “si me obligan, creo, pero si es libre y voluntario, no estoy tan seguro”.
La doctora Pérez Gay Juárez comentó que en Canadá una de las razones por las que algunas personas no quieren inocularse, es porque no admiten que se les exija nada que tenga que ver con su salud ni que política sanitaria alguna deba ser imperativa, pero también está el otro lado de opiniones que dice si tanto sirve la vacuna ¿por qué no es obligatoria? Esto muestra lo complejo que puede ser el tema en el sentido de que una misma reacción puede venir de dos argumentos contrarios.
A diferencia de China, donde la vacuna es forzosa, en México, como en Estados Unidos y Canadá se trata de una decisión propia que tiene consecuencias en los niveles de las comunidades inmediatas y del mundo porque si en algunos países se reduce el contagio y otros siguen con tasas altas, será difícil controlar el problema.
Otra de las aristas del estudio fue el de la confianza en los gobiernos local y federal, la Organización Mundial de la Salud, el sistema de salud, la policía, los científicos y los medios de comunicación sobre la cual los investigadores señalaron que no hay mucha diferencia respecto de las otras naciones, “quizá México tiene menor grado de convicción en el sistema de salud”, con un indicador de 50 por ciento, contra un 60 por ciento del resto de países.
Aun cuando la mayoría de la muestra manifiesta tener certidumbre en la ciencia, quienes no la tienen son los que más revelan fiarse de las llamadas teorías de la conspiración, es decir, mientras menos convencimiento en la ciencia más alto el nivel de credibilidad en dichas teorías respecto al COVID-19 y “esto es tanto en México como en los otros países”.
Por otro lado, mientras más gente confía en estas hipótesis, menos intención de vacunarse tiene, en tanto que las personas con más certidumbre en el sistema de salud también la tienen para vacunarse.
Los especialistas participaron en Conversando desde casa Actitudes y creencias entre quienes rechazan las vacunas contra la COVID-19: Un estudio internacional, organizado por la Unidad Iztapalapa de la UAM.
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