Por: Redacción/
La brecha generacional que existe entre maestros y padres de familia con los jóvenes, no ha podido zanjar. Los profesores no saben comunicarse con los jóvenes en su idioma, ni aprovechan el potencial de las tecnologías de la información para fortalecer su relación docente; y los padres de familia no han sabido como orientar a sus hijos en el uso de estas herramientas, consideran académicos de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
“Ni el sistema educativo, ni el sistema de gobierno, ni la iglesia, ni la familia, está sabiendo comprender a los jóvenes y estamos desperdiciando el bono demográfico que México tiene, que es una oportunidad única e histórica, de saber aprovechar a sus jóvenes. Una nación que sabe aprovechar a sus jóvenes, sale del subdesarrollo”, reflexiona el doctor Mario Gerardo Cervantes Medina, responsable de la Cátedra UNESCO de la Juventud, con sede en la UdeG.
El profesor investigador del departamento de sociología del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH)señala que él y otros académicos de la UdeG han potencializado su trabajo docente, conectado de forma permanente con sus alumnos en diferentes aplicaciones. Sin embargo, aún falta que académicos chapados a la antigua, prescindan de añejas resistencias.
“Los maestros no se actualizan. No saben que existen las tecnologías. Saben que existen las redes sociales, pero no que existe siquiera el snapchat o instagram. Medio conocen el Facebook y lo único que saben hacer es subir fotos. No utilizan las tecnologías a su favor”, añade el también presidente del Instituto de Desarrollo Humano Integral Educación, Salud, Ambiente (IDHIESA A.C.).
Para el doctor Igor González Aguirre, Jefe del Departamento de Sociología del CUCSH, las condiciones a las que se enfrentan las generaciones actuales en México son complicadas, y etiquetar a los individuos sólo por haber nacido entre los inicios de 1980 y principio del Siglo XXI, sería un error, e incluso el uso desafortunado de etiquetas, como “Millenials” o “NINIS”, restan mucho más de lo que ofrecen a la comprensión de la población.
“Cuando se etiqueta a la población ‘millennial’ se habla de un sector reducido de los jóvenes y lo que ocurre en consecuencia de cómo los medios usan el término, es que se borra o se oculta la diversidad juvenil y tiene consecuencias en los retos que implica la construcción de políticas públicas educativas y laborales para la juventud”, comenta González Aguirre.
Ambos especialistas destacan que para los jóvenes, a quienes muchos llaman de forma genérica, millenials, la tecnología no es una pérdida de tiempo, sino la manera en que construyen su propio conocimiento y adquieren habilidades que hoy por hoy son necesarias para competir en el mundo global.
La brecha generacional, agrega González Aguirre, no es un fenómeno exclusivo en la era millennial. Siempre ha existido sólo que ahora es más visible por las tecnologías. Esta generación, apunta, tiene cada vez más acceso a información irrestricta y el conocimiento, pero cada vez tiene menos espacios dónde aprovechar esa información, ante la falta de oportunidades.
Para aminorar la brecha, propone que los adultos estén abiertos a las nuevas formas de aprender, que no necesariamente se trata de pasar por el aula, sino de adquirir saberes para compartir códigos y lenguaje que produce el sentido que se le da y se comprende al mundo, con la población joven.
Para Mario Cervantes, las autoridades se han quedado en programas de ocurrencia, pero no existen políticas públicas destinadas a los jóvenes. Lamenta que ni en el Congreso del Estado ni en el de la Unión, existe un centro de estudios de la juventud y propone también la creación de una Secretaría de la Juventud y que el Instituto de la Juventud no sea más un apéndice de otras dependencias.
En la UdeG, la Coordinación de Innovación Educativa y Pregrado emprende acciones para reducir la brecha digital entre profesores y alumnos, con el objetivo de reconocer e incentivar las prácticas pedagógicas que incorporan las Tecnologías de la Información, tales como diplomados para fortalecer la innovación curricular, el impulso a las CODAES (Comunidades digitales para el aprendizaje) y Conectáctica, encuentro que reconoce, promueve y potencia las mejores prácticas educativas.
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