Por: Patricia Ramírez
Sor Juana Inés de la Cruz, religiosa y escritora del siglo XVII, exponente del Siglo de Oro; Marie Curie, primera mujer en recibir dos premios Nobel, de Física en 1903 y Química en 1911; Simone de Beauvoir, escritora y filósofa francesa feminista y defensora de los derechos humanos; y Rosa Parks, figura importante en el Movimiento por los Derechos Civiles realizado a favor de ciudadanos afrodescendientes en Estados Unidos.
Actualmente, los nombres de estas mujeres son conocidos globalmente y las aportaciones que desarrollaron en distintas áreas como arte, ciencia y social durante diversos periodos y contextos históricos son ejemplo en el mundo. Sin embargo, tienen un hecho en común, ellas nunca ejercieron el sufragio femenino.
Y así como Sor Juana, Marie, Simone y Rosa, millones de mujeres de diversos sectores socioculturales fueron privadas del derecho a votar, incluso en este siglo aún se presentan problemas sobre el sufragio femenino. No importa la condición social, política, económica, histórica o cualquier aportación que realicen, el voto de la mujer siempre presentó dificultades para ser aceptado.
El camino al sufragio femenino
En el año de 1776 en Nueva Jersey un ‘accidente’ en la redacción de leyes dio el derecho del voto a las mujeres, ya que se utilizó la palabra ‘personas’ en lugar de ‘hombres’, sin embargo, en cuanto notaron el error abolieron dicha ley.
El error de Nueva Jersey y algunas ideas liberales e inquietudes revolucionarias comenzaron a despertar el interés social por conceder el sufragio femenino y considerar su participación en los procesos de elección. Por lo que en algunos estados como el caso de Wyoming, Estados Unidos, comenzó a otorgarse el “voto igual”, sin embargo tenía restricciones ya que hombres y mujeres de piel oscura no tenían este derecho.
Fue hasta 1893 cuando gracias a Kate Sheppard y su movimiento por el sufragio femenino en Nueva Zelanda, se les permitió el voto sin restricciones. El proceso fue complejo, pues votaban pero no podían ser votadas, hasta 1919 cuando quedó establecido el derecho a ser elegidas para un cargo político.
En 1902, Australia del Sur otorgó el sufragio universal y permitió a las mujeres postularse a elecciones para el parlamento; un año después Tasmania haría lo mismo.
Así, el ejemplo de igualdad de género en las votaciones comenzó a esparcirse por el mundo, y con ello la llegada del sufragio universal.
En Europa el derecho llegó por primera vez a Finlandia en 1906, continuaron Noruega (1913) y Suecia (1919).
América y el voto de la mujer
El continente americano inició su apertura al voto de la mujer a partir del siglo XX. Comenzando por Estados Unidos, que en 1920 aprueba la Decimonovena Enmienda a la Constitución, la cual dicta que el gobierno federal no puede negar el voto a ningún ciudadano por su sexo.
Pero es en América Latina donde el sufragio femenino se esparció con mayor exigencia y movimiento. El primer país fue Uruguay el 3 de julio de 1927, en el decreto se estipulaba que “las personas sin distinción de nacionalidad y sexo que deseen intervenir en el plebiscito deberán inscribirse previamente en el Registro que abrirá la Comisión Especial Parlamentaria”.
En 1924, la médica y feminista ecuatoriana Matilde Hidalgo de Procel declaró que votaría en las elecciones presidenciales, después de una consulta en el Ministerio, el 10 de mayo del mismo año, Hidalgo de Procel se convirtió en la primera en América Latina que ejerció su voto constitucional.
En México, tras demandas con el compromiso que anteriormente había prometido Adolfo Ruiz Cortines en su condición de candidato presidencial sobre conceder el sufragio femenino; al llegar al poder y después de un mitin histórico, el 17 de octubre de 1953, aparece en el Diario Oficial un decreto que estable el derecho a votar y ser votadas para puestos de elección popular.
En la actualidad
Hasta este siglo algunos países han presentado problemas respecto al sufragio femenino que ha sido negado o condicionado, por ejemplo, a finales del 2011 en Arabia Saudita se declaró que las mujeres podrían votar y postularse a partir del 2015.
Otros casos son como el Líbano donde la población femenina necesitan la educación básica para acceder a su derecho, el cual es opcional; mientras que en los Emiratos Árabes Unidos el sufragio es limitado para ambos sexos pero se amplió gradualmente en las elecciones del 2011.
Respecto a México, la lista nominal en la que se indican los ciudadanos que cuentan con su credencial para votar cuenta con un registro de 41 millones 552 mil 688 hombres y 44 millones 848 mil 819 mujeres. Y los mexicanos que solicitaron su credencial y están en espera de ejercer su derecho al voto son un 52 por ciento del sexo femenino y 48 por ciento del sexo masculino.
De esta manera las políticas, decisiones, manifestaciones y otros medios han contribuido a que en la actualidad se tenga acceso al derecho de votar y ser votada, por esto la historia se está llenando de nombres en la política como Eva Perón, Angela Merkel, Michelle Bachelet, Hillary Clinton, nombres de una lista que conforme pasa el tiempo crece más y más.
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