Por: Redacción/
Contrario a lo que pudiera pensarse, en el mundo existe suficiente producción de alimentos para satisfacer la demanda global; el problema radica en los mecanismos de distribución y acceso a ellos, coincidieron los participantes en el ciclo de conferencias PROSPEC 2017. Futuros de la inseguridad en México, respuestas y propuestas, organizado por esta casa de estudios.
En la mesa de análisis “Inseguridad alimentaria”, Margarita Flores de la Vega y Cassio Luiselli Fernández, colaboradores del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED), indicaron que en el país la respuesta al tema de la carencia alimentaria ha sido el establecimiento de políticas públicas asistenciales, en lugar de impulsar políticas económicas y de fomento productivo.
Para promover un modelo sustentable de consumo y producción de alimentos, es necesario atender la capacidad de adaptación de los sistemas productivos de los pequeños agricultores al cambio climático; proteger la biodiversidad y recursos genéticos; generar una política general de regulación y supervisión sobre el uso de agroquímicos y dar seguimiento a la industria alimentaria, entre otros aspectos. “Deberíamos voltear a ver qué pasa en el campo mexicano”, subrayó la investigadora.
Al respecto, Flores de la Vega señaló que mientras el proyecto especial de seguridad alimentaria de la Sagarpa (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación) cuenta con recursos para atender a 250 mil familias, Prospera beneficia a siete millones de mexicanos. “Estamos enfocados a atender la parte asistencial sin articular la generación de ingresos”.
En ese sentido, Cassio Luiselli resaltó que las políticas sociales no deberían ir en contra de las de fomento. “Sería el tema clave en estos asuntos; si no hay convergencia entre ambas, seguiremos con el desbarajuste que tenemos: niveles de pobreza que no mejoran, un país que gasta sin ver resultados y una baja inversión”.
Asimismo, planteó la necesidad de atender la pobreza rural que existe en los estados, vinculada con deficiencias de productividad y producción. “El país tiene, de manera abrumadora, la mayor parte de sus campesinos (70 por ciento) en pequeños minifundios. Si no empezamos por ahí no encontraremos salidas ni respuestas”.
De igual manera, prosiguió, se debe recuperar una estrategia nacional de semillas, que resulta esencial si se pretende detonar la productividad y hacer una serie de mejoras en el sistema alimentario.
Inseguridad alimentaria
Margarita Flores expuso que hay una relación entre la falta de alimentación, el ingreso y la pobreza. Según cifras de 2015 del Consejo Nacional de Evaluación de Política de Desarrollo (Coneval), 21.7 por ciento de la población mexicana vive inseguridad alimentaria –13 por ciento inseguridad moderada y 8.7 por ciento severa o dramática–, mientras que cuatro de cada 10 indígenas padecen carencia alimentaria.
Esos datos, abundó, indican el tamaño del reto que tenemos por superar en las próximas décadas. Sin embargo, “si observamos la relación entre ingresos, pobreza y seguridad alimentaria, nos damos cuenta de que la situación no es tan optimista”.
Finalmente, Jorge Máttar-Márquez, consultor de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), refirió que de acuerdo a un estudio de ese organismo, en México y América Latina “sufrimos tremendas desigualdades, no sólo en materia de ingresos, sino de género y territorial. El acceso a los alimentos es uno de los grandes asuntos pendientes en nuestro desarrollo”.
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