Por: Redacción
En México, 16 por ciento de los adultos mayores sufre rasgos de abandono y maltrato; su aislamiento es cada vez más patente en una sociedad inmersa en una creciente competitividad, caracterizada por procesos de deshumanización en muchos sentidos.
En la actualidad, 20 por ciento de los ancianos vive en soledad, no sólo olvidados por el gobierno y la sociedad, sino también por sus propias familias, afirmó Margarita Maass Moreno, investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), de la UNAM.
Al participar en el Segundo Congreso Internacional Interdisciplinario sobre Vejez y Envejecimiento, indicó que para 2025 habrá 14 millones de adultos mayores, por lo que se deben diseñar e implementar programas preventivos en todas las áreas, y desde todas las especialidades, así como trabajar en los componentes de una vejez activa, en convivencia, y en procesos intergeneracionales, para lo cual se necesitan programas de educación y cultura.
En la sesión Pobreza y Desigualdad Social, la universitaria refirió que según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, casi 10 por ciento de la población era de adultos mayores; de ellos, 25 por ciento estaba en condiciones bajas de bienestar y casi 20 por ciento en muy bajas.
Cinco millones de ese sector carecen de los ingresos suficientes para adquirir bienes y servicios y vivir de manera digna. “Tenemos la hipótesis de que con el aumento de la edad el nivel de vulnerabilidad es mayor, y el bienestar y la condición de vida son menores”, resaltó.
Según estudios del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 10 por ciento de los adultos mayores está en situación de pobreza multidimensional, lo que enciende focos rojos para darnos cuenta de que el envejecimiento y la vejez deben mirarse también de forma multidimensional, sostuvo Maass Moreno.
Desprotección social
Verónica Montes de Oca, coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez, explicó que reflexionar en torno a ellos puede reforzar los recursos necesarios para enfrentar situaciones de desprotección social, dependencia física o socioeconómica, así como los cambios derivados de la transición de la adultez a la vejez.
En el encuentro, realizado en la Unidad de Posgrado, se trabajó en nueve ejes, entre ellos, condiciones de salud y cuidados; adaptación del entorno, infraestructura y accesibilidad; acceso a la justicia, derechos humanos y políticas públicas; y educación y tecnologías, abundó.
Montes de Oca informó que se recibieron más de 400 propuestas y se seleccionaron poco más de 150 ponencias y cerca de 30 carteles. Se organizaron 53 sesiones en tres días, complementadas con 11 conferencias de expertos en autonomía, movilidad y adaptación, dos mesas de debate, seis mesas redondas, 10 talleres y actividades pre y poscongreso, además de una oferta cultural importante. Se contó con ponentes de Uruguay, Argentina, Chile, Brasil, Colombia, Costa Rica, España, Francia y Estados Unidos.
Valor justo y objetivo de la vejez
Al dictar la conferencia La reivindicación ética de la vejez, ideas sobre la senectud para esas sociedad antiguas, Juliana González, profesora emérita de la UNAM, apuntó que “somos más los viejos, y mañana serán muchos más, en un proceso verdaderamente incontenible y grandioso, pero que también es motivo de grandes preocupaciones económicas, sociales, políticas y morales”.
La filosofía, mencionó, habrá de proporcionar las razones éticas y humanísticas para la justa y objetiva valoración de esta etapa de la vida y para el reconocimiento del lugar que ocupa la tercera y cuarta edad en la sociedad actual.
“Tenemos que aprender a ser viejos, ser capaces de aceptar la vida y, sobre todo, de promover las fuerzas del amor por lo que se sigue vivo. Sin embargo, muchas veces la vejez viene cargada también de la parte negativa: la pérdida de la vida, del cuerpo, de la sexualidad, del amor, de la belleza… entonces ya no soy nada, sino un fantasma”.
Griegos y romanos no tuvieron una idea unívoca de la vejez, unos y otros advirtieron su doble faz: el apagamiento de la vida corpórea, y la liberación que tal mengua trae consigo, lo que posibilita el despliegue de la atención humana hacia nuevos derroteros, otras metas e intereses.
La geriatría de hoy tiene como función fundamental el reconocimiento de la dignidad de la vejez, que coincide con el de los derechos humanos correspondientes.
Frente a las concepciones y actitudes denigrantes hacia los viejos y la vejez, se produce este proceso histórico de la creación de múltiples instituciones al servicio de su redignificación, más allá de toda discriminación sexista, racista, clasista o de cualquier otra índole, concluyó.
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