Por: Redacción/

En México, la mayoría de residuos sólidos urbanos (RSU) tiene como destino final los tiraderos a cielo abierto y los pocos rellenos sanitarios que existen no cuentan con especificaciones suficientes para evitar daño medioambiental, sostuvo la doctora Violeta Lugo Lugo, profesora-investigadora del Departamento de Recursos de la Tierra de la Unidad Lerma de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La basura que se genera termina en el subsuelo, en los pocos puestos monitoreados de suministro de agua potable que se distribuye entre la población o en los mantos freáticos, esparciéndose por todo el terreno, lo que produce gas metano que ensucia el aire y propicia fauna nociva.

Durante el Tercer Simposio Anual de Recursos Hídricos, realizado en la Unidad Iztapalapa, expuso que los lixiviados –que configuran uno de los principales subproductos en los sitios de disposición de RSU– son efluentes líquidos que se percolan debido a la infiltración de agua de lluvia e hidrólisis de los desechos emanados del relleno que contienen grandes cantidades de materia orgánica, compuestos orgánicos organoclorados y fenólicos, e incluso plaguicidas y metales pesados.

En un esfuerzo por hallar una solución a la proliferación de lixiviados y a la situación irregular de los rellenos sanitarios en el país propuso, junto con otros colegas, un proyecto que cuenta con financiamiento de ExxonMobil que consiste en la creación de un programa de movilidad estudiantil con universidades –entre ellas la del Norte de Texas, Estados Unidos– para diseñar propuestas de manejo de residuos sólidos urbanos y políticas públicas que pudieran ser implementadas.

Al realizar visitas a esos sitios en Texas, los especialistas observaron que todas las acciones –recolección de desechos, uso de tecnología de punta, administración, monitoreo y cumplimiento de las normas– están bien organizadas.

Los trabajos están basados en un enfoque al ciudadano y al cuidado de la salud, además existe una planeación financiera de largo plazo para la realización de proyectos futuros y una vinculación permanente con investigadores y alumnos de posgrado de la Universidad del Norte de Texas a través de planes de investigación en esos vertederos.

Esas actividades permitieron determinar que un relleno sanitario debiera tener conectores de gases, principalmente metano, para evitar explosiones o incendios incontrolables, observación constante, coberturas especiales para las capas de basura que se van acumulando para evitar contaminantes, fauna nociva y malos olores, entre otros factores.

La doctora en Ciencias Ambientales reconoció que en México existen pocos rellenos sanitarios –que son principalmente de responsabilidad municipal– con esas especificaciones, además de que son privados y cobran por la recepción de los residuos sólidos.