Por: Redacción/
Desde 1968, cuando en México pintar el muro exterior de algún cuartel militar podía significar la cárcel, si en algo ha cambiado el país es en libertad de prensa y acceso a ella y si algo dejó aquella época fue un aire libertario impregnado en el ambiente, afirmó el periodista Carlos Marín, en el Centro de Difusión Cultural Casa Rafael Galván de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
“Aprendí a leer con periódicos y desde los cinco años lo hago, pero en 1968 leía tres de ellos: El Día, un diario de izquierda cuyo director Enrique Ramírez y Ramírez pertenecía al Partido Comunista Mexicano; Excélsior un órgano profundamente reaccionario que tuvo un viraje a mitad del movimiento, al asumir la dirección Julio Scherer García quien logró liberalizarlo y, desde luego, El Universal”.
En la mesa 50 años de medios de comunicación en México, en la que se reflexionó sobre el contraste periodístico entre aquel momento y ahora, señaló que hace cinco décadas había pocos noticiarios, uno de Ignacio Martínez Carpinteiro, en Canal 11, y otro en Canal 2, pero no mucha gente estaba al pendiente de éstos y en realidad 1968 ocupó los espacios en la prensa escrita.
Directores de medios verticales y monolíticos como Emilio Azcárraga Milmo decían “yo soy soldado del PRI”, por lo que no hubo una cultura distinta a la oficial y, en 2000, cuando perdió ese partido “dije: perdieron también Pedro Infante, Monsiváis e incluso yo, porque había una clara lealtad a papá gobierno y los medios actuaban por gravedad, con excepción de unos pocos”.
Marín dijo que trabajó tres años y medio en El Día, tres y medio en Excélsior, 22 en Proceso y otros 20 en Milenio, pero desde 1969 no existe tipo alguno de censura, aunque sí represión por lo publicado.
El periodista, escritor y editor Braulio Peralta sostuvo que la conciencia fue la calle, ya que los medios no transmitieron ni dieron voz a los jóvenes que tomaron las plazas y la palabra en mítines relámpago, con el encargo de salir a informar lo que los medios ocultaron por órdenes del gobierno, aunque en realidad la juventud organizada fomentó la conciencia.
El periodismo de la década de 1960 no es el mismo que se practica en la era digital, en la que habrá que trascender las formas más establecidas y adoptar las plataformas digitales cuya batalla más valiosa será que cada profesional marque un estilo propio.
El “chayote” estaba instaurado y los periodistas se compraban con relojes carísimos, autos, casas, televisores y demás, e incluso en navidad llegaban a tener sus oficinas atestadas de obsequios enviados por instituciones públicas, empresarios y políticos, lo que retrataba una dimensión del estado de corrupción que se vivía.
En México y en el mundo los informativos contribuyeron mucho a modelar una falsa idea de república democrática y aunque actualmente cada vez hay menos regalos en las redacciones de los periódicos, también hay más autocensura y publicaciones reguladas que constituyen una nueva forma de control.
Gerardo Estrada Rodríguez, miembro del Consejo Consultivo de El Universal, refirió que leer Excélsior resultó interesante luego de que Scherer asumió el control y sumó el trabajo de los reporteros Antonio Ortega y René Arteaga, quienes solidariamente cubrieron los momentos más relevantes del movimiento. El Diario, un órgano de izquierda, fue el único que en los primeros días de diciembre publicó el Manifiesto 2 de octubre, que él mismo escribió.
Lo vivido hace cinco décadas ha tardado mucho en ser asimilado y para desentrañarlo es necesario verlo como una herencia directa de la revolución cultural de 1960 que trajo consigo la liberación sexual, de narcóticos y de expresión, y que se tradujo en un movimiento alegórico que tomó las calles de manera política, creativa y lúdica.
Estrada Rodríguez, quien fuera miembro del Consejo Nacional de Huelga en el conflicto estudiantil, subrayó en que no hay periodismo ni ciencias sociales objetivas y que si bien es cierto que se han ganado importantes libertades en la prensa, no están garantizadas y en cualquier descuido podrían irse en reversa.
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