Por: Redacción/
Ser pública, gratuita, resguardar el conocimiento en bibliotecas y ofrecer un grado académico, son tradiciones que tuvieron su origen en la Real Universidad de México, y que siguen vigentes hasta nuestros días.
La institución universitaria en México tiene siglos de historia y de transformaciones: desde la Real Universidad de México (21 de julio de 1553), a la Universidad Nacional y Pontificia (a partir de la Independencia), la Universidad Nacional de México (creada en 1910), y la Universidad Nacional Autónoma de México (1929).
Todas ellas han dado lugar a la misma línea histórica, iniciada hace 466 años.
Enrique González González, experto del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), explica y aclara: los primeros cursos en la capital novohispana no iniciaron un día como hoy, 25 de enero, pero de 1553, como se comenta en varios documentos, sino el 5 de junio del mismo año.
Inicios de la tradición
El doctor en Historia y emérito del Sistema Nacional de Investigadores recordó que fray Juan de Grijalva publicó, en 1624, la “noticia” de que la Real Universidad de México se había fundado el 25 de enero de 1553 en la iglesia de su orden del colegio de San Pablo; “con ello pretendía exaltar el papel de los agustinos en la creación de la institución, pero no fue así”.
“El colegio de San Pablo se creó en 1575, y las cédulas reales de la fundación de la universidad, emitidas en 1551, demoraron en llegar a México hasta el 13 de febrero de 1553. Diversos documentos que datan de la época, y que aún se conservan en el Archivo General de la Nación, en el ‘Ramo Universidad’, han permitido corregir al fraile”, precisó.
Entonces el virrey y la Audiencia se ocuparon de la fundación, en nombre del rey y sin protagonismo de los agustinos. Apenas recibidas las cédulas, Luis de Velasco comenzó a organizar la enseñanza de las primeras cátedras, en una casa conocida como “las escuelas”, y ahí, el 5 de junio, el humanista Francisco Cervantes de Salazar leyó un discurso inaugural.
“Al mes siguiente (21 de julio) se creó la universidad propiamente dicha, es decir, el Claustro de Doctores, con autoridad para impartir los grados de bachiller, licenciado y doctor, y para supervisar la enseñanza que se ofrecía en las escuelas. “Nació pues, como institución pública, creada y financiada por el rey, y gobernada en lo interno por sus doctores”.
Era gratuita e impartía docencia en sus cinco facultades; podía graduar y, con el tiempo, creó su biblioteca. De ese modo surgió en México la tradición universitaria que, de diversas formas, se ha mantenido hasta nuestros días, explicó.
“Con ese hecho se determinó que la enseñanza sería gratuita, pero quien deseara obtener un grado debía prepararse y someterse a una certificación de conocimientos, demostrar experiencia docente y haber ejercido la profesión. Además, para graduarse tenía que pagar derechos a la caja de la universidad, y propinas.
“Los del grado de bachiller eran moderados, pero los de licenciado y doctor eran muy altos, y sólo los miembros de las élites podían costearlos. En la época colonial el rey otorgaba subsidio para su sostenimiento, y en la actualidad lo provee la nación”.
Antes del inicio
González González expuso que en 1535 el virrey Antonio de Mendoza impulsó la creación de una universidad que formara a los médicos, abogados, gramáticos y teólogos que requería el reino.
Este proyecto fue pensado, en parte, para certificar a quienes se incorporarían a cargos gubernamentales, o administrarían el trabajo de los pueblos indígenas con permiso de la corona, tarea que antes correspondía a los “encomenderos”, pero esas encomiendas pasaron gradualmente al rey.
“Al ver que el rey amenazaba sus privilegios, los encomenderos, y también los primeros pobladores, quisieron incorporar a sus hijos a la burocracia imperial y solicitaron la universidad, no sólo por la enseñanza, sino porque otorgaba títulos, y había cargos que requerían del grado de bachiller, licenciado o doctor”, detalló el experto en la historia de esta casa de estudios.
Luego de varias peticiones, el 21 de septiembre de 1551, en la ciudad de Toro, España (hoy Zamora), el príncipe Felipe expidió la célula que fundaba la Universidad de la Nueva España, a la cual se le asignó un presupuesto anual de mil pesos oro.
Sin embargo, por razones desconocidas la cédula tardó casi dos años en llegar a México: el 13 de febrero de 1553, y sólo entonces se procedió a la fundación.
Tras el discurso inaugural (el 5 de junio) se crearon las facultades: el 21 de julio artes (o filosofía) y teología, y con ello se implementó el Claustro de Doctores, es decir, la universidad, subrayó el experto.
Al día siguiente se crearon las dos facultades jurídicas: derecho civil y derecho eclesiástico (o cánones), y el 27, la quinta y última: medicina”.
La universidad, insistió, no consistía en el edificio de las escuelas, sino en el cuerpo de estudiantes y doctores que integraban las cinco facultades. Por lo mismo, a pesar de la leyenda propalada por el cronista agustino Juan de Grijalva, hoy se sabe que el 21 de julio se creó la Real Universidad de México. Y esa tradición inaugurada hace casi cinco siglos, prosigue hasta hoy.
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