América Latina no es la región más pobre del planeta, pero sí la más desigual, con las mayores diferencias, y desde las universidades tenemos una enorme responsabilidad para documentarlo y encontrar fórmulas que permitan ayudar a cerrar esa brecha.
Si no lo hacemos, nuestros países no resolverán sus problemas de fondo y la sociedad seguirá afectada por una serie de males, cuyo origen está, en buena parte, en esas condiciones, planteó el rector de la UNAM, José Narro Robles en la inauguración del Coloquio Internacional ¿Hacia dónde va la Universidad en el siglo XXI?
En la conferencia Universidad con compromiso social, añadió que la universidad latinoamericana tiene características propias. Es una instancia que encuentra en el cumplimiento de sus tareas académicas el sentido de esa responsabilidad, que consiste en formar recursos humanos de la mejor manera posible, avanzar el conocimiento y difundir la cultura.
Se trata de una institución extraordinaria, que ha acompañado a la sociedad de Occidente –y después en muchas partes del mundo– en un viaje casi milenario, incluida nuestra región, y que no sólo ha estado presente en los grandes cambios sociales, sino que ha sido motor para muchos de ellos.
Las transformaciones de los Estados nacionales, los países y los grupos humanos se deben, en gran parte, a la educación que se ha vuelto más completa e integral, en algunos momentos especializada, y que ha tenido la capacidad de avanzar en otras áreas, como la investigación.
En las casas de estudio, abundó, se indaga en torno a los problemas que más afectan a nuestras colectividades. “Hay dificultades que duelen, y mucho, a los países, y tratamos, con lo que nos toca hacer, de influir en la definición de políticas públicas”.
Asimismo, destacó la influencia del pensamiento de muchas generaciones de universitarios para generar más espacios de libertad, democracia, justicia social y apego al Estado de derecho.
Al dar la bienvenida al coloquio, organizado por el Seminario de Educación Superior, su coordinador, Humberto Muñoz García, sostuvo que las universidades en la región enfrentan muchos retos, ante un mundo complejo, convulso y global, en donde el sistema hegemónico de producción, centrado en el mercado y las finanzas, ha traído profundas desigualdades.
En el auditorio Jorge Carpizo de la Coordinación de Humanidades, consideró que los universitarios necesitamos transformarnos y mantener nuestra influencia para que la sociedad se encamine a resolver problemas, viejos y nuevos, y lograr mejores condiciones de vida para las grandes mayorías.
En el Seminario, señaló, nos hemos preguntado por la universidad que nos hace falta, hacia dónde se dirige esta institución, cómo impulsamos entidades educativas que sigan una filosofía de la innovación, y para que ésta exista, cómo retomamos el humanismo para que la ciencia y la tecnología cumplan con su propósito de crear bienestar social.
Finalmente, Muñoz García dijo que si en la actualidad el cambio tiene como motor el conocimiento, entonces “nuestras universidades serán imprescindibles en ésta y en las próximas etapas que se vivan, para lo cual la investigación, la docencia y la vinculación con la sociedad necesitan estar estrechamente unidas”.
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