Por: Redacción/
Los Estados continúan ratificando y aplicando el tratado internacional que prohíbe las municiones en racimo, pero el uso de éstas en países como Siria y Yemen causó la muerte de casi 1.000 personas en 2016, aseguró el informe anual de la Coalición contra las Municiones en Racimo, de la que forma parte la ONU.
El número de fallecimientos por este tipo de armas se duplicó el año pasado en comparación con 2015 y la mayoría de las víctimas fueron civiles. Según Geff Abramson, coordinador de la Coalición, la única manera segura de acabar con esta amenaza es que todos los Estados se adhieran a la prohibición internacional de estas municiones.
La devastación humanitaria es particularmente aguda en Siria, donde el uso continuo de las municiones de racimo continúa sin disminuir desde mediados de 2012. De las 971 víctimas mortales que se cobraron estas armas en 2016, 860 fueron en ese país.
En total, 102 países han ratificado la Convención de la ONU sobre Municiones en Racimo, los últimos en hacerlo fueron Benín y Madagascar. Otros 17 Estados han firmado, pero aún no la han ratificado. En diciembre pasado, 141 Estados, entre ellos 32 no signatarios de la Convención, adoptaron una resolución clave de la Asamblea General de las Naciones Unidas en apoyo a ese instrumento.
Las municiones en racimo son disparadas por artillería y cohetes o lanzadas desde aviones. Éstas se abren en el aire para liberar varias bombas pequeñas o submuniciones sobre un área del tamaño de un campo de fútbol.
Las submuniciones a menudo no explotan en el impacto inicial, dejando restos peligrosos que representan el mismo peligro que las minas terrestres hasta que se remueven y destruyen.
Durante 2016, tres Estados Partes (Eslovaquia, España y Suiza) destruyeron 56.171 municiones en racimo y 2,8 millones de submuniciones.
En Siria, las fuerzas gubernamentales continúan utilizando estas armas y al menos 238 ataques fueron registrados entre agosto de 2016 y julio de 2017. En Yemen, la coalición dirigida por Arabia Saudita también ha usado bombas de racimo; sin embargo, el número de ataques ha disminuido tras una amplia condena internacional.
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