Por: Redacción/
La salida de Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio (TLC) si bien implicaría un fuerte impacto para la economía mexicana, no significaría una catástrofe; además, lo más probable es que el acuerdo continúe porque las economías de los países están integradas. El tema es cómo se va a negociar, afirmaron académicos de la UNAM.
En la conferencia de prensa ¿Tiene futuro el Tratado de Libre Comercio de América del Norte?, Eduardo Rosales Herrera, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, explicó que en el supuesto de que el vecino país del norte abandone el TLC, México se vería obligado a diversificar su comercio, disminuir la dependencia histórica del mercado estadounidense y escapar, o al menos alejarse, del “campo gravitacional” geopolítico de EU.
A 23 años de la entrada en vigor del acuerdo, y reconociendo el aumento del comercio en la región, se debe señalar que la competitividad de los productos mexicanos está sustentada en los bajos salarios que perciben los trabajadores. México sigue siendo un país maquilador y la pobreza aqueja a la mitad de la población, sostuvo.
Las autoridades mexicanas, consideró Rosales, deberían hacer una autocrítica y reconocer que no es posible seguir sacrificando al trabajador mexicano ni “continuar con una política salarial que paga sueldos de miseria”.
Mientras que en EU el poder de compra de los trabajadores desde 1994 se ha incrementado 34 por ciento, y en Canadá 38 por ciento, en México se ha reducido en cuatro por ciento, precisó el universitario.
Así que ni éste ni un nuevo TLC cambiará las asimetrías entre ambas naciones; la nuestra es una economía 20 veces menor que la estadounidense, postagrícola, mientras que la Unión Americana está en la era postindustrial.
En este contexto, subrayó, más vale que el equipo negociador mexicano esté listo para levantarse de la mesas de las negociaciones ante un titular del Ejecutivo estadounidense acostumbrado a intimidar y a imponer sus condiciones.
El acuerdo ya dio lo que tenía que dar. Hoy es momento de diversificar. Así lo han demostrado países como Chile. “¡Hay vida después del TLC!”, remarcó el especialista universitario.
Martín Iñiguez Ramos, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), opinó que habrá un nuevo TLC, pero ello dependerá de cómo se negocie el tratado y de la dignidad de los negociadores. Así será porque las economías están integradas, independientemente de quién sea el presidente.
Resaltó que uno de los temas no tratado en el contexto del acuerdo es el de migración. Ello, a pesar de que la población de origen mexicano en EU supera los 30 millones, y junto con la población latina, será la primera minoría en 2045, lo que significa para la economía norteamericana más de 14 por ciento del producto interno bruto (PIB).
Todos los días llegan deportados a territorio nacional y en la actualidad hay más de 150 mil familias divididas; no obstante, el tema no se abordó porque al gobierno mexicano no le interesa, pues está más enfocado en la parte económica, industrial, comercial y financiera, y se le “olvida que la primera entrada de divisas es por las remesas”.
Los negociadores mexicanos están ideologizados para llevar el acuerdo desde la metodología norteamericana, pero sin entender que están frente a un presidente que ha escrito que la manera de negociar no es agachando la cabeza.
“Nos están llevando al límite de la negociación y no demostrar una posición digna será perjudicial para México en muchos sentidos”, así que debemos tener un buen grupo negociador que tenga visión de mediano y largo plazos, sugirió.
Aunque deberíamos ver hacia otros mercados, volvemos a ser subyugados por la economía norteamericana, pues dependemos entre 80 y 95 por ciento del comercio con el país vecino, concluyó.
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