Por Vicente Flores

La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en su último informe sobre los avances en la investigación en torno a la desaparición de los 43 normalistas desaparecidos, descartó, que la muerte del estudiante desollado, Julio César Mondragón Fontes, se haya dado por la mano del hombre sino “por la fauna depredadora”.

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Julio César Mondragón, quien fue privado de la vida el 27 de septiembre de 2014 durante los hechos de violencia en Iguala, Guerrero, se ha convertido en una de las imágenes que mayor difusión ha tenido, al ser considerado un acto de sevicia, por la crueldad excesiva en el que al joven de 23 años le arrancaron el rostro.

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En el citado documento, la CNDH menciona que un comando armado realizó disparos en la zona de conflicto en Iguala, el estudiante corrió al ser perseguido por integrantes de la agrupación delictiva Guerreros Unidos, acompañados de un elemento de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil del Municipio de Iguala.

De acuerdo con el informe presentado, Julio César fue golpeado y ejecutado en el Camino del Andariego, en Iguala. No obstante, el Dictamen Médico Forense y Criminalístico de la CNDH confirmó que la pérdida de tejido de la cara y cuello, aunque no menciona la proporción, fue producto de la intrusión de la fauna depredadora del lugar, facilitada “por la previa destrucción del rostro” de sus captores.

Las omisiones en el estudio según la Comisión Nacional

Según señala la CNDH, en peritajes realizados anteriormente, omitieron estudiar las prendas que utilizaba el estudiante al momento de su ejecución ya que en ella no se encontró ninguna mancha de sangre así como de moretones o nuevas huellas hemáticas.

De acuerdo con la interpretación del flujo de sangre, el cuerpo fue movido de su posición final. Además a 35 centímetros del cuerpo se encontró el globo ocular izquierdo de la víctima, hechos que llevaron a la institución a concluir que esa zona fue utilizada para ultimar al estudiante.

El análisis de mecánica de lesiones realizado en el cuerpo de Mondragón, permitieron señalar que el joven realizó maniobras instintivas de defensa al momento de que era golpeado por sus captores.

El Dictamen de la CNDH, confirmó que, además de la pérdida de tejido de la cara y cuello fue producido por la fauna del lugar, también resolvió que ocurrieron fracturas en y13 de los 14 huesos de la cara.

La CNDH notó la presencia de bordes irregulares en las lesiones que podrían pertenecer a los dientes de la fauna, además de que se observan las patas de los animales sobre el tejido blando del cuello, mismas que podrían pertenecer a roedores.

No obstante, esta misma hipótesis era presentada el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes el 6 de septiembre de 2015 al dar a conocer el “Informe Ayotzinapa” donde presentó un dictamen pericial realizado por el doctor español, Francisco Etxeberria, donde describe las lesiones de carroñeo en el cuello y rostro de Mondragón. También mencionó que la causa de la muerte fue un disparo por arma de fuego.

Por otra parte, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), tras darse a conocer el informe de avances de la investigación por parte de la CNDH, confirmó la versión de la apariencia de la actividad de la fauna depredadora aunque advirtió la presencia de “áreas de sospecha de intervención de instrumento cortante”.

El EAAF destacó que el tiempo y las diferentes intervenciones médico forenses realizadas después del fallecimiento, impiden ahondar en mayores detalles: si el joven normalista fue o no desollado por sus victimarios.

En un comunicado, conjunto con los centros de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez y de La Montaña Tlachinollan, el EAAF reconoció que no existe ningún indicio de que se haya accionado un arma de fuego en contra de Mondragón Fontes, y que la causa de su muerte fue a consecuencia de traumatismo craneoencefálico por instrumento contundente, conclusión que en este caso sí es coincidente con la presentada por la CNDH y por la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado de Guerrero.