- Para la cuarta transformación dar el puyazo final a la carrera sindical de Carlos Romero Deschamps, en la víspera del 83 Aniversario de la Expropiación Petrolera, le cayó como “anillo al dedo”.
Por: Israel Mendoza Pérez-@imendozape/
Para la cuarta transformación dar el puyazo final a la carrera sindical de Carlos Romero Deschamps, en la víspera del 83 Aniversario de la Expropiación Petrolera, le cayó como “anillo al dedo”; está cargado de mensajes y señales a los opositores, aunque sólo es maquillaje, la imagen del exdirigente sindical es una de las caras de la corrupción gestada en el ala neoliberal del PRI.
En este caso, el presidente Andrés Manuel López Obrador lo quiere utilizar para impulsar una narrativa de que con la salida de Romero Deschamps de Pemex y el STPRM terminaron con la corrupción y va a ser una empresa rentable, pero no va a ser así. No es un tema de una persona, es un asunto de una organización que opera las entrañas de la empresa productiva del Estado. De acuerdo con estimaciones de la oposición al interior del STPRM la depuración de por lo menos mil 400 funcionarios de las 36 secciones del STPRM.
Y es que la cercanía del director general de Petróleos Mexicanos, Octavio Romero Oropeza fue nula. A niveles de que el contacto se diluyó y en los primeros seis meses de llegada de la 4-T no se tienen registros de reuniones entre el director de Pemex y el otrora dirigente del sindicato petrolero. No hay documentos, acuerdos, convenios, memorándums de entendimiento, suscritos por Romero Oropeza y Romero Deschamps. Tampoco existen minutas, archivos o documento alguno que refiera o de donde se pueda extraer la información reuniones suscritas por ambos personajes.
Era una costumbre que cada 18 de marzo, el presidente en turno, su gabinete, el director de Pemex y el dirigente del sindicato petrolero encabezaban la ceremonia. Sin embargo, el actual dirigente Manuel Limón no tiene el perfil de liderazgo, ni cuenta con la negociación suficiente para estar en el mismo estrado con los integrantes de la cuatroté. Su paso por la dirigencia sólo es de “muertito”.
Fue Carlos Romero Deschamps quien en 1993 se convirtió en el líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana hasta su renuncia el 16 de octubre de 2019, quedando en el cargo uno de sus operadores de confianza, Manuel Limón.
El cargo de Romero Deschamps se sustentó en traiciones, desde Héctor Martínez en la Sección 35 del sindicato en 1980, cuando lo saca del panorama y después con el golpe a Joaquín Hernández Galicia La Quina en 1989, en 1992 llega al sindicato y desde ese momento se mantuvo como fiel soldado del PRI hasta que después del Pemexgate en el año 2000 comenzó a tener malquerientes dentro de las filas del revolucionario institucional.
Las comodidades en las que vivía no correspondían con su puesto laboral ya que, en su momento, el exlíder sindical declaró tener ingresos anuales por 1.6 millones de pesos y no contar con bienes inmuebles a su nombre. En la única declaración patrimonial y de intereses que ha presentado (el 9 de enero pasado), señaló que tiene tres cuentas bancarias, incluso en una de ellas cuenta con un adeudo de 45 mil 254 pesos.
Su vida de jeque y la compleja red de intereses políticos y económicos que lo rodean son factores que lo llevaron a tener la imagen conspicua de la corrupción. Algo no bien visto por la cuatroté, aunque ahora sea usado como estandarte para buscar que el sindicato comience a dar un viraje y se convierta en un instrumento al servicio del partido en el poder. Ya que esa es parte de la naturaleza del propio STPRM.
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