Por. Redacción/

Ésta es una historia verídica: la muerte se equivocó en el tiempo con Álvaro Matute Aguirre, aseguró Javier Garciadiego, pero no en el día: falleció el 12 de septiembre, Día del Historiador.

Así, acostumbrado a leer y analizar verbos en pretérito, Álvaro Matute fue, como se autodescribía: “muy amigo del lenguaje y la buena lengua”, pero también “historiador de la historia”. Esta vez la disciplina a la que entregó su vida, lo volvió sujeto de estudio.

Tras su desaparición física, el emérito del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM recibió homenaje de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), la cual lo había aceptado 138 días antes de su muerte como miembro de número para ocupar la silla XXXIII, en sustitución de Elías Trabulse.

Aunque quedaron pendientes su discurso de ingreso y la investidura con la venera, la AML decidió, con una sesión solemne en el auditorio José María Vigil del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB) de la Universidad Nacional, reconocer la labor de Matute Aguirre.

La sesión, presidida por Jaime Labastida, director de la AML, contó con las presencia de los miembros de la Academia: Felipe Garrido, Adolfo Castañón, Vicente Quirarte, Gonzalo Celorio, así como de Javier Garciadiego y Fernando Serrano Migallón, estos dos últimos como oradores.

Historiógrafo

Serrano Migallón destacó que a Álvaro Matute (quien contaba con 50 años de docencia) se le deben los mejores y nuevos años de la historiografía mexicana. A él, resaltó, se le adeuda el estudio de nuevos temas y periodos históricos.

Consideraba a la historia un conocimiento vivo y vinculado siempre con el presente. El historiador, decía, siempre debe buscar la belleza en su discurso, “lo verdadero debe decirse con esa característica”.

El jurista expuso que Matute fue un universitario de tiempo completo; aquí obtuvo los máximos galardones. “La UNAM fue su centro y foco de actividad”. Asimismo, lamentó que haya sido tardía su incorporación a la AML. “Su paso fugaz por esta institución será siempre reconocido”.

En su oportunidad, Javier Garciadiego resaltó del gran historiador universitario su vínculo natural con la literatura. “Consideraba que escribir adecuadamente era una entera obligación, porque no hay nada peor que un libro de historia mal escrito. Narrar algo verídico o no, debe exigir el mismo rigor”.

Enumeró sus tres temas principales: la historia de México más revolucionaria, la historiografía mexicana y la filosofía de la historia. Garciadiego recordó que Matute incluso trabajó como reseñista de libros con Ramón Xirau en Radio UNAM.

“Todo ese bagaje se lo debe a su formación. Estuvo en el grupo teatral de Héctor Azar y tuvo como maestra a Margo Glantz, quien lo hizo leer maravillas”, concluyó.

En el evento también estuvieron Alberto Vital, coordinador de Humanidades de la UNAM, así como familiares, amigos, compañeros y colaboradores del homenajeado.