Por: Redacción/
En este Día del Maestro, académicos universitarios afirman que el regalo más importante para ellos es el reconocimiento de sus alumnos. Además, sostienen que su responsabilidad va más allá de la enseñanza de distintos saberes o la formación de ciudadanos con principios, pues contribuyen al futuro de miles de jóvenes que con una palabra o una acción de su profesor podrían seguir adelante con sus sueños profesionales o truncar sus aspiraciones.
“Se requiere vocación para difundir la enseñanza, es un privilegio impartirla en la UNAM, con la responsabilidad de transmitir nuestro saber de manera crítica y reflexiva”, dijo Ambrosio Velasco Gómez, académico, investigador y exdirector de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM.
Para Leticia Cano Soriano, directora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), no puede omitirse que la docencia es una labor con sentido social, donde se comparten de forma presencial y virtual experiencias y saberes que permiten una retroalimentación entre el educador y los educandos, y más si se considera que el maestro puede estar frente a grupos diversos: “no sólo son jóvenes, también las personas mayores o con discapacidad. Creo que esto tiene mucho que ver con la convicción y el servicio a la comunidad”, subrayó.
Contrario a lo que pudiera pensarse, esta fecha a veces no está muy presente en los alumnos. Alfredo Arenas, con 25 años de profesor en la Facultad de Ingeniería, afirmó que “son pocas las felicitaciones”, pero agradece los presentes de sus alumnos, que por lo regular son dulces y chocolates.
Marina Trejo Ramírez, profesora de la Facultad de Economía (FE), quien tiene poco más de tres décadas dedicada a la enseñanza, recordó que la mejor gratificación que recibió en esta fecha fue el reconocimiento y la gratitud de unos alumnos por haber sido exigente con ellos.
Leonor Ochoa García, con 39 años de experiencia docente en la Facultad de Odontología (FO), relató que un fin de cursos sus alumnos de la materia de Odontopediatría se organizaron para regalarle una muñeca del tamaño de un niño; pero su más grande satisfacción es que algunos estudiantes hoy son sus colegas.
En el caso de Luis Fernando Solís Ávila, quien tiene casi medio siglo de impartir clases en la Facultad de Arquitectura (FA), y en su haber el Premio Universidad Nacional 2004, evocó uno de los momentos de su vida académica: “tenía un alumno, siempre que lo veía sabía que no traía un quinto, así que le hacía la travesura de meterle dinero a su mochila. Cinco años después me llevó su título y un libro, ése fue el mejor regalo”.
Por su parte, Alejo Martínez Vendrell y Homero Garibay, ambos profesores de la Facultad de Derecho (FD), con 19 y 53 años de enseñanza, coincidieron en que la satisfacción de dar clases es el mejor regalo: es un honor y una gran responsabilidad, además de que brinda la oportunidad de seguir estudiando.
Si bien para los maestros cualquier ocasión es buena para reconocer su labor, algunos han aprendido a tener tacto dentro de sus exigencias y ser conscientes de su responsabilidad, pues “un profesor tiene mucha autoridad en las decisiones de los estudiantes”, aseguró Tania Campos González, docente de la Facultad de Química (FQ) desde hace 22 años.
“Influimos tanto en la parte emotiva, que el alumno puede dejar la carrera o continuar por un consejo de su profesor. Somos un punto importante para que tengan bases y crean en sí mismos”, concluyó.
En México desde hace 101 años se conmemora el Día del Maestro; por decreto presidencial, en 1917 se aprobó esta iniciativa y se celebró por primera vez en 1918. También en esta fecha, desde 1950 se festeja el día de San Juan Bautista de La Salle, patrono de los educadores de la infancia y la juventud. Este 15 de mayo, la UNAM reconoce la labor fundamental de sus académicos
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