Por: Redacción/
La pandemia de COVID-19 ha llevado a la investigación clínica a sus límites, pues los ensayos con fármacos para combatirla no son suficientes y su rápida evolución hace que los protocolos de atención se modifiquen constantemente, afirmó Patricia Clark, coordinadora de la Unidad de Epidemiología Clínica, del Programa de Maestrías y Doctorados en Ciencias Médicas de la UNAM, en el Hospital Infantil de México Federico Gómez.
La rapidez de esta emergencia nos rebasa, genera incertidumbre porque cobra más vidas cada día, y nos fuerza a considerar fuentes de evidencia que antes no tomábamos en cuenta, además empuja a pensar cómo podemos hacer las cosas de manera diferente, señaló la también integrante de la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional.
Durante su participación en “El Aleph. Festival de Arte y Ciencia. Las Posibilidades de la Vida: COVID-19 y sus Efectos”, explicó que han aparecido nuevas manifestaciones clínicas, que no eran evidentes al inicio de la pandemia, por lo que los protocolos de atención se modifican constantemente: lo que hubiera funcionado hace dos o tres meses, puede no ser válido hoy, así el ensayo clínico realizado en enero o febrero puede no ser aplicable o comparable con los que se llevan a cabo actualmente.
“Los médicos no podemos dejar de tratar a los pacientes, y para ello requerimos de un mínimo de evidencia empírica, pero el SARS-CoV-2 es nuevo y hay poca evidencia, y su nivel de contagio es alto, evoluciona con rapidez; en consecuencia, nos hemos visto forzados a implementar ensayos clínicos al mismo tiempo que aprendemos cómo es la enfermedad”, detalló la reumatóloga y epidemióloga clínica.
Un reflejo de ello es que desde que se dio a conocer el nuevo coronavirus, se han registrado más de 23 mil artículos relacionados con la COVID-19, “tan solo en la semana del 18 al 23 de mayo se publicaron cuatro mil nuevos artículos sobre el tema”.
En la actualidad, para implementar tratamientos se toman como referencia las herramientas y medicamentos que sirven para atender infecciones o la inflamación, precisó Patricia Clark.
Ejemplo de ello es la hidroxicloroquina, probada en China al inicio de la pandemia; entonces no se reportaron evidencias de su efectividad, pero al llegar a Europa y Estados Unidos “se comenzó a decir que era muy buena. Sin embargo, un estudio reciente ha vuelto a mostrar que ese fármaco sólo tiene efecto bajo ciertas circunstancias, por lo que los médicos deben estar muy atentos a lo que se publica al respecto”.
La universitaria enfatizó que ante la emergencia y debido a las circunstancias, la gente no debe confiar en el uso de remedios mágicos, como la ozonoterapia o las gotas de plata.
Concluyó que hasta el momento no se ha probado que la ozonoterapia sirva para tratar alguna enfermedad, mientras que las gotas de plata provocan argiria, una enfermedad producida por la exposición prolongada a la plata que, entre otras consecuencias, da una coloración blanquizca o azulada a la piel y los ojos.
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