Por: Alejandro Mendicoa Ruano
Durante mi desarrollo, y cuando todavía era “ella”, yo me decía: ´me siento incómoda´”, dice Alejandro Rosales, quien ha pasado de ser una mujer a un hombre, y quien ha luchado para lograr tener un cuerpo con el cual él se siente cómodo. Ella, antes de ser él, vivió todo un proceso de autodescubrimiento y transformación, el cual, a sus 25 años, aún es difícil.
En ocasiones, la transexualidad se llega a confundir con la homosexualidad, la primera se refiere al rol que adopta socialmente cada persona, sea o no el rol esperado por la sociedad a la que pertenece en razón de su sexo biológico; y la segunda, a la atracción sexual de una persona hacia otra del mismo sexo. Un transexual es una persona que se siente dentro de un cuerpo de otro sexo. Su cuerpo le dice: “soy hombre”, pero su mente le dice “soy mujer”. Esta condición se conoce como disforia de género.
La Corte Europea de los Derechos Humanos (ECHR, por sus siglas en inglés) ha señalado que se entiende usualmente por transexuales o transgénero a aquellas personas que, aun correspondiendo físicamente a un sexo, poseen el sentimiento de pertenecer al otro. Intentan, con frecuencia, acceder a una identidad más coherente y menos equívoca, a través de tratamientos médicos e intervenciones quirúrgicas, destinadas a adaptar sus características físicas a su psicología.
Por transexual masculino (mujer a hombre) se entiende a quien siendo mujer biológicamente, se siente hombre, y socialmente se adopta el rol masculino; tanto si se encuentra en el proceso de cambio, como si ya se hubiese adoptado. Esta definición incluye a las transexuales femeninas (hombre a mujer) de manera contraria.
Un intersexual es una persona que presenta de forma simultánea características sexuales masculinas y femeninas. Puede poseer una abertura vaginal, un órgano eréctil (pene o clítoris), ovarios o testículos; los cuales suelen ser internos. Generalmente se utiliza la palabra hermafrodita para referirse ellos.
En cambio, un travesti o travestido es aquella persona que se viste con ropa del sexo opuesto para satisfacer un impulso erótico-fetichista. Excluyendo por completo que desee un cambio real de sexo, y mucho menos, que sea homosexual.
Cuando se habla de transexualidad, inmediatamente se piensa en un hombre que se convirtió en mujer, dejando a un lado un caso como el de Alejandro Rosales: una mujer que se convierte en hombre. Detrás de este tema, hay muchos cambios dentro y fuera de una persona, que muchas veces se juzga sin conocerse.
Durante su niñez y adolescencia vivió como una mujer físicamente, pero por dentro siempre sintió ese deseo de querer pertenecer al género contrario. Para Alejandro nunca fueron de su agrado las actitudes que una mujer “debía seguir”, además de que siempre sintió una atracción sexual por el género femenino. Es por eso que desde hace 3 años ha decidido conseguir un cuerpo con el que se sintiera él mismo.
Ha sido un trabajo duro de autoaceptación consigo mismo, además de un reto para lograr obtener el apoyo y aceptación de su familia, quien desde un principio tuvo una actitud negativa. “Mi mamá empezó a ejercer mucha presión en mí. Veía a otras chavas y me decía: ‘mira cómo se arreglan, tú deberías hacer lo mismo’. Por darle gusto lo intenté: me compré ropa, me corté el cabello en capas, me ponía faldas y cosas así; pero cuando percibí que empezaba a llamar la atención de los chavos, me sentía súper incómodo. No soportaba que me quisieran tomar de la mano o que me intentaran ligar”, comenta Alejandro.
Esta suele ser una situación muy dura para las familias y amigos. Muchas veces, algunas personas terminan poniendo distancia, y otras muestran su total rechazo. Aunque este cambio es más duro para el transexual, y dado esto, tienden a no creer necesario dar explicaciones de este proceso de transformación, por lo que afrontan las consecuencias que pueda traer esto en sus relaciones sociales.
Alejandro llegó a entrar en depresión, pensando que se iría al infierno o que su mamá le dejaría de hablar. Pero fue ahí cuando comenzó a conocer a gente en la misma situación, y que, de alguna manera, le ayudó a conocerse a sí mismo y saber que no estaba solo.
Llegó a considerarse lesbiana y tuvo una novia, pero aun así él sabía que algo faltaba por hacer. Estuvo 6 meses en la Academia de Policía de la Ciudad de México, se cortó el cabello y comenzó a vestirse como hombre, “en ese lugar fue cuando comencé a sentirme a gusto por el cómo me trataban, porque realmente te trataban como un hombre”. Actualmente piensa en un cambio de sexo, pero de cualquier manera, sabe que puede ser un cambio irreversible.
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