Por: Redacción/
Episodios depresivos, estrés, incremento de conductas violentas, consumo excesivo de alcohol, miedo, ansiedad e incluso depresión, son algunas de las consecuencias psicológicas y emocionales que puede ocasionar una pandemia, como la que se registra desde hace algunos meses a nivel mundial.
De acuerdo con el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, durante el periodo de aislamiento y sana distancia, cuatro de cada diez llamadas que atiende para información sobre COVID-19 refieren algún tipo de afectación: ansiedad en un 40%; miedo al contagio, 26% y angustia, 11%.
A fin de proteger la salud mental de las personas afectadas por una emergencia sanitaria, como es el caso de esta pandemia por COVID-19, el coordinador del Grupo Parlamentario del PRD, Miguel Ángel Mancera Espinosa, propuso elaborar un Plan Nacional de Salud Mental.
La iniciativa contempla adicionar la Fracción V Bis al Artículo 17 de la Ley General de Salud para establecer como competencia del Consejo de Salubridad General la elaboración del documento en favor de “las personas intervinientes y auxiliares, así como de todas aquellas que hayan resultado afectadas en la acción extraordinaria en materia de salubridad general. Dicho plan deberá respetar en todo momento la dignidad de la persona sin importar su edad.”
De acuerdo con el documento “Protección de la Salud Mental en Situaciones de Epidemias” (2006), publicado por la Organización Panamericana de la Salud, una epidemia de gran magnitud causa alguna “perturbación psicosocial” entre una tercera parte y la mitad de la población expuesta.
También precisa que el Plan Nacional de Salud Mental debe considerar atención antes, durante y después de la pandemia, para: enfermos, sobrevivientes, no enfermos en situación de riesgo, personal médico y todos aquellos que intervinieron de manera directa en la emergencia, así como aquellos que perdieron a algún familiar o persona cercana.
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