Por: Redacción
Lo mismo funciona como foro para charlas, espacio para exhibiciones, aula para talleres, laboratorio, estudio de radio o sala para cine y teatro. Se trata de Prometeo, el camión de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la UNAM, que no desea permanecer estacionado en un garaje y mucho menos ser encasillado en una actividad.
Hizo base algunos días en su casa, Universum, Museo de las Ciencias, para participar en la Fiesta de las Ciencias y las Humanidades; viajó a Guanajuato para estar en el 44 Festival Internacional Cervantino (FIC), y fue a la zona lacustre de Michoacán, en Pátzcuaro, como invitado a la Tercera Feria de Información Ambiental.
“Aunque inició actividades junto con el proyecto Gira ConCiencia, que lleva actividades de divulgación a planteles de la Universidad (especialmente de bachillerato), Prometeo pronto mostró vocación para moverse a sitios carentes de la infraestructura adecuada para montar eventos que difundan el conocimiento, como zonas marginadas”, indicó Ángel Figueroa, director de Medios de la DGDC.
Cuando fuimos al FIC aparcamos junto a la antigua estación de trenes de Guanajuato; gran parte de nuestros visitantes eran niños que venían del mercado aledaño. Muchos no iban a la escuela ni sabían leer, pero eran nuestro público más entusiasta y deseoso de saber, añadió José Luis Vázquez Villegas, subdirector de Producción en la misma entidad.
Esta unidad móvil participó en el Día Mundial del Teatro, en el Centro Cultural del Bosque, y en el Primer Festival Atómico H2O de Ciencia y Arte de Iztapalapa, y ya busca viajar a lugares sin auditorios o foros, como los que hay en las facultades y escuelas de la UNAM, aunque no por ello dejará de visitar instalaciones universitarias; a fin de cuentas, a Prometeo no le gusta limitarse a una sola cosa.
Un cuento como el de Cenicienta
Hace cuatro años, Prometeo era un camión cualquiera en el inventario de la UNAM, usado para transportar materiales de las exposiciones de la DGDC, “y francamente subutilizado, por lo que pensamos en modificarlo para llevar actividades de divulgación a diversas partes. Presentamos este proyecto a las autoridades, que inmediatamente lo vieron con buenos ojos”, recordó Figueroa.
Como la calabaza transformada en carroza de la Cenicienta, el vehículo entró al taller y perdió su toldo azul y plataforma; se le instaló una nueva caja con un sistema hidráulico que despliega dos superficies que al abrirse forman escenarios, pantallas, un templete y camerino. “Quisimos generar un espacio interactivo”, dijo.
No obstante, a diferencia del carruaje del cuento, esta infraestructura no desaparecerá con las campanadas de un reloj. “Al contrario, estamos pensando en mejoras y vamos a cambiar las escaleras del camerino por unas más ligeras; nos hemos dado cuenta de todo lo que podemos optimizar a medida que Prometeo recorre caminos”.
¿Qué hay en un nombre?
En la obra Romeo y Julieta, Shakespeare preguntaba: “¿Qué hay en un nombre?”, y en el caso de Prometeo parece que mucho, “pues el que lleva no es fortuito. Se le puso hace más de un año (el 12 de octubre de 2015), cuando dimos a conocer el vehículo a la comunidad”, relató Vázquez Villegas.
“Cuando mencionamos Prometeo como una de las opciones, el público que nos acompañaba comenzó a corear este nombre y ya no hubo mucho más que hacer”.
El joven que propuso el nombre “nos dijo que lo hizo por el mito griego donde un titán así llamado roba el fuego a los dioses y viaja desde el Olimpo hasta el pueblo más remoto para compartir con los humanos esta llama y alumbrarlos con la luz de la sabiduría. Nuestro camión hace justamente esto, difundir el conocimiento, por lo que no fue un equívoco bautizarlo así”, concluyó.
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