Por: Redacción/
Las condiciones de precariedad en el trabajo –bajos salarios, pérdida de prestaciones e inseguridad, entre otras presiones heredadas por la reciente reforma laboral y los procesos de globalización económica– ponen a la mayoría de los empleados en riesgo de contraer enfermedades, expuso la doctora Susana Martínez Alcántara.
La académica del Departamento de Atención a la Salud de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) dijo que en 2007 algunos estudios identificaron el estrés como el segundo problema de salud en el sector, mientras aumentaban de manera acelerada los trastornos músculo-esqueléticos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) sitúa la depresión como la segunda causa de incapacidad para 2020 y otras fuentes la ubican entre los principales motivos de ausentismo y suicidio.
El estrés entraña gran preocupación por sus efectos, incluidos los trastornos de sueño, la ansiedad, la depresión y otros de índole mental relacionados con el trabajo y que pueden inducir a una persona a quitarse la vida.
Los problemas músculo-esqueléticos asociados a las patologías registradas por el Instituto Mexicano del Seguro Social –lumbalgias, dorsalgias, tendinitis, entre otras– superan, en muchas ocasiones, los relativos a la hipoacusia y son la causa principal de enfermedad profesional en México.
En el II Coloquio de temas selectos de derecho –convocado por el Departamento de Estudios Institucionales y las coordinaciones de las licenciaturas en Administración y en Derecho de la Unidad Cuajimalpa de la UAM– indicó que el trabajo facilita el bienestar y la salud cuando es agradable y satisface todas las necesidades, pero también genera dificultades físicas y mentales.
Como consecuencia de la globalización ocurren cambios en el perfil de morbilidad, con mayor presencia de fatiga y estrés agudo y crónico, trastornos mentales, psicosomáticos y músculo-esqueléticos, problemáticas “novedosas” que coexisten con las “tradicionales” por procesos que no cambian: hipoacusia e intoxicaciones.
Para evitar esos padecimientos se recomienda manejar horarios razonables; descansos efectivos; rotación de puestos; cambio de tareas que impliquen actividades físicas y mentales; reorganización de los procesos productivos que provocan fatiga y otros daños en la salud de los empleados, y control de los riesgos físicos, que tienen un peso importante en la génesis del distrés.
Al dictar la ponencia Trabajo y salud mental, Martínez Alcántara consideró necesario recuperar la esencia crítica de los determinantes sociales del proceso salud-enfermedad, que consiste en identificar el origen del problema y buscar propuestas de intervención con los afectados.
Además de incrementar las investigaciones basadas en la interdisciplina y con diseños longitudinales, junto con dotar a los trabajadores de una mayor vigilancia sobre su situación laboral.
Sin olvidar centrar el interés, principalmente en las organizaciones y el proceso laboral –prevención– hacer una revisión periódica del estado de la persona y fomentar un estilo de vida saludable.
La especialista señaló que el análisis sistemático de los factores psicosociales del tema salud-trabajo inició en la década de los años 70’s del siglo pasado con estudios sobre estrés, contenido psicológico y alienación del individuo, y que prosiguió en la década de 1990 con los modelos de demanda/control/apoyo social y el modelo desbalance/esfuerzo/recompensa.
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