• Se ha estado comentando mucho sobre la creciente participación de las fuerzas armadas en las diversas acciones de gobierno y sobre todo en los proyectos más importantes del presidente Andrés Manuel López Obrador, como si fuera la primera vez que un mandatario distrae al ejército de sus tareas fundamentales.

Por: María Manuela de la Rosa/

Durante este gobierno se le han asignado a las fuerzas armadas múltiples misiones, muy alejadas de sus objetivos fundamentales, que deberían centrarse en la seguridad nacional.

Por décadas se ha venido predicando que el Ejército Mexicano es un ejército de paz; leal a México. Y sí, su lealtad es paradigmática y desde hace casi un siglo no se han dado amenazas de golpes de Estado, como sí lo ha habido en Latinoamérica. Y la política exterior basada en la Doctrina Estrada, que ha promovido la paz  y se mantiene al margen de toda intervención en los asuntos internos de otras naciones, fortalece esta imagen.

El Ejército, Fuerza Aérea y Armada son instituciones plenamente constituidas y con un profesionalismo fuera de toda duda, que han desempeñado sus funciones con gran abnegación, trabajando calladamente sin cuestionar ninguna orden. Debido a este proceder y las acciones de labor social que han desarrollado por décadas,  han logrado ganarse la confianza del pueblo de México y un prestigio que ha trascendido las fronteras.

Sin embargo se ha estado comentando mucho sobre la creciente participación de las fuerzas armadas en las diversas acciones de gobierno y sobre todo en los proyectos más importantes del presidente Andrés Manuel López Obrador, como si fuera la primera vez que un mandatario distrae al ejército de sus tareas fundamentales, cuando esto se casi se ha vuelto una tradición gubernamental. Pues no sólo echan mano de los militares cuando se han dado crisis de seguridad pública, sino ante contingencias, o necesidades sociales, habiendo toda una estructura de gobierno encargada de tareas específicas, que sin embargo no cumplen a cabalidad.

Las fuerzas armadas han trabajado de manera permanente en campañas de vacunación, tarea del sector salud, puesto que para eso está la Secretaría de Salud, el Instituto Mexicano del Seguro Social, o el Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado. Pero no, las fuerzas armadas han sido desplegadas hasta los lugares más recónditos para realizar esta tarea, lo mismo que para realizar estudios socioeconómicos, de morbilidad, pláticas de orientación sanitaria, atención médica, odontológica, etc.

Respecto a la educación, las fuerzas armadas trabajan en coordinación de la SEP en programas de alfabetización, tarea que realizan con apoyo de los soldados del Servicio Militar Nacional. Asimismo, a favor del medio ambiente con la plantación de millones de arbolitos cada año.

Esas y muchas más actividades realiza el Ejército, porque toda vez que se presenta una contingencia ahí está, ya sea por inundaciones, incendios terremotos, etc.

Las diversas dependencias del Ejecutivo tienen presencia nacional, además de una estructura bien definida para el cumplimiento de sus funciones. Por ejemplo, la Secretaría de Educación Pública sólo de docentes tiene unos 2 millones, comparado con los  poco más de 300 mil elementos de las fuerzas armadas, nos da no sólo una idea de la capacidad humana de cada dependencia, sino incluso de la fuerza política del gremio magisterial.

México tiene una población de unas 126 millones de personas, lo que nos da una relación de 1 militar por cada 420 mexicanos.

Pero si nos concentramos en el área de seguridad, podemos ver que en el país hay 2.1 millones de personas que trabajan en seguridad pública, de los cuales poco más de 83 mil se encuentran en la ciudad de México. Y es evidente cual es el estado de la seguridad interior.

Lo que marca la gran diferencia respecto a las fuerzas armadas es su profesionalismo, su disciplina y su nivel de organización, gracias a lo que ha logrado cumplir con casi todas las misiones que se le han encomendado a lo largo de su historia, que más bien han tenido que ver con la visión de cada mandatario.

Pero un aspecto que ha sido la constante es que las fuerzas armadas han sido el gran desconocido, pues si bien algunos presidentes han mostrado su ascendencia, otros, entre los que se cuentan Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox Quezada y Andrés Manuel López Obrador, por citar algunos ejemplos; no pudieron estar más lejos de la realidad de la esencia de sus tropas, incluso antes de tomar posesión, dieron claras muestras de desagrado hacia los uniformados. Incluso Salinas de Gortari subestimó al ejército, el actual presidente mostró abiertamente su animadversión y Fox su total desconocimiento.

Fox y AMLO han incurrido en múltiples errores de protocolo, Fox por desconocimiento y falta de modales, AMLO por su muy particular estilo desenfadado; Sin embargo los dos han cambiado su posición ante el impacto que les ha causado la calidad y profesionalismo de sus fuerzas armadas,  pero, sobre todo de su disciplina, lealtad y compromiso institucional, que es impersonal, pues independientemente de quien ocupe la silla presidencial, así sea el que se haya expresado con más desprecio de su ejército, la figura del Mando Supremo es inamovible.

Esto lo han llegado a entender perfectamente todos los presidentes de México. Pero falta por ver hasta donde llegará la capacidad humana de las fuerzas armadas, porque cada vez son más las misiones a desarrollar. Misiones imposibles e impostergables, pero la voluntad personal también necesita fortalecerse, máxime cuando los soldados por cumplir han dejado todo y sus familias quedan solas y a la deriva. Aunque micho se dice, sin conocimiento, que cuentan con muy buenas prestaciones. Lo que si tienen son muchas tares por cumplir y se olvida que son padres, madres, hijos y personas como cualquiera, con sentimientos, aspiraciones y sueños por cumplir, postergados todos en aras de la Patria.