Por: Redacción/
El bajo número de pruebas para la detección del coronavirus COVID-19 y el relajamiento en las medidas de distanciamiento social por parte de algunos sectores de la población colocaron a México en el quinto puesto de América con más contagios y defunciones, refirió el doctor Francisco Oliva Sánchez, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En aras de no afectar los derechos humanos, “el gobierno federal ha optado por no imponer disposiciones obligatorias de aislamiento, a pesar de estar en una etapa de suma de hospitalizaciones y muertes. El presidente Andrés Manuel López Obrador dice que la curva epidémica se está aplanando, pero aún estamos lejos de una estabilización.
Aun cuando la sociedad es corresponsable en la disminución de la transmisión, “hay personas que no están tomando en serio las acciones de mitigación, no por falta de comprensión, sino porque no creen en la gravedad de la problemática ni asumen el riesgo y sigue habiendo fiestas masivas y reuniones en casas, sin usar cubrebocas ni alcohol en gel”.
En sitios de mayor propagación –incluidos Ciudad de México, Baja California, Estado de México, Sinaloa, Tabasco, Quintana Roo, Puebla y Chihuahua– hay mucha movilidad, lo cual provoca que siga la infección y se prolongue la curva, aunque otro elemento es que no han aumentado los mecanismos de identificación de casos, por lo que “las autoridades deberían ampliar la aplicación de pruebas confirmatorias, porque hay bastantes portadores asintomáticos y no digo que se hagan millones, pero sí más”.
El plan de regreso a la llamada “nueva normalidad” que marcará el principio del restablecimiento paulatino de las actividades en el país debiera comprender el aislamiento en lugares clave del territorio nacional, por ejemplo, en la capital y su zona metropolitana habría que extender un confinamiento real de al menos 15 días, que es el periodo en que una infección leve dura sin tratamiento, verificando que la gente no salga y con una campaña en medios quizá más agresiva.
La ciudadanía debiera estar muy consciente de que el retorno será gradual, pues no se abrirá todo al cien por ciento y deberá procurarse no abarrotar plazas públicas o mercados sobre ruedas ni relajar las medidas de higiene, apuntó el académico del Departamento de Atención a la Salud de la Unidad Xochimilco.
“El objetivo de alargar la curva es no derribar un sistema sanitario como el que tenemos en México, porque no habrá la suficiente infraestructura en recursos humanos e instalaciones y la estrategia ha buscado que los contagios se den de manera lenta porque al final, todos entraremos en contacto con el virus, al menos este año”.
La nueva normalidad implica para el gobierno tomar en cuenta la salud como un factor crucial y no disminuir la inversión en este sector ni en la ciencia, mientras que para la población será asumir la responsabilidad de su bienestar, seguir las medidas de higiene y distancia social, y aprender a conservar hábitos sanos.
“México es un crisol de padecimientos, incluidos la obesidad, la diabetes y la hipertensión, que también son epidemias y, no obstante su alta tasa de mortalidad, no se ven como un problema, pero si vamos hacia una nueva etapa debemos cambiar estilos de vida y protegernos de otras enfermedades, además de este virus emergente”, concluyó el especialista en epidemiología y profesor de la Licenciatura en Medicina de la UAM.
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