- Nunca se había pensado que las plantas residuales fueran una fuente concentrada de contaminación, pues se cree que en el agua de desecho se va, llega a la depuradora y ahí todo se resuelve, pero no es así.
Por: Redacción/
Las plantas depuradoras, los campos de cultivo y los sistemas agrícolas se han convertido en espacios más contaminantes que el transporte, el carbón o el petróleo, debido a la elevada emisión de metano y gases de efecto invernadero altamente nocivos para el planeta, por lo que diversas indagaciones de ecofisiología que orientan el comportamiento de los microorganismos ayudan a mejorar su función en los sistemas ecológicos a nivel global, aseguró el doctor Simón Guerrero Cruz, investigador del Departamento de Ingeniería y Gestión Ambiental del Instituto Asiático de Tecnología de Tailandia.
Nunca se había pensado que las plantas residuales fueran una fuente concentrada de contaminación, pues se cree que en el agua de desecho se va, llega a la depuradora y ahí todo se resuelve, pero no es así. Desde hace más de 15 años se han logrado medir grandes cantidades de metano, dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en éste y otros escenarios cotidianos de la industria, incluidos algunos sistemas agrícolas, por lo que países líderes en temas del agua, como Holanda, mantienen su atención e investigaciones en microbiología.
Durante los conversatorios Tan claro como el agua, organizados por el Museo Gota de Agua de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), dijo que en todos los ecosistemas –sean humedales, ríos, lagos y plantíos de arroz, entre otros– los microorganismos están presentes con las mismas rutas metabólicas, en las que el carbono orgánico o desechos se convierten a dióxido de carbono o a metano dependiendo de las condiciones.
Por ello desde hace algunos años, Dinamarca y otras naciones han implementado soluciones en las que cada vaca tiene una mochila en su lomo que se infla con gases de desecho, entre los que abunda el metano para después utilizarlo como combustible; en Suiza se trabaja en la modificación de la dieta de la ganadería a través de una mejora microbiología para evitar que se genere ese gas.
En la actualidad están muy de moda el uso de biocombustibles cuyo auge inició hace algunos años con carburantes a base de maíz y caña de azúcar, sin embargo, eso trajo muchos problemas por los cambios de uso de suelo, la deforestación y la intensificación agrícola, por lo que ahora la microbiología presenta alternativas, como la recuperación de los elementos nocivos, de los cuales se logran captaciones mayores al 85 por ciento del metano que suele usarse como biogás para combustible.
Del mismo modo hay microrganismos capaces de producir polímeros que pueden ser el sustituto ideal de los plásticos, incluso en Holanda ya hay empresas produciendo botellas como sustituto del PET, polietileno y polipropileno. Además en Finlandia y Noruega se están elaborando proteínas a base de microrganismos destinadas a la acuacultura donde en lugar de darle alimento común a los peces se les da proteína microbiana que mitiga la producción de gases.
Y es que los efectos del cambio climático en los océanos son enormes debido a que su acidez está bajando y afectando a los microrganismos que realizan los procesos de nitrógeno y del ciclo del carbono, originándose una carbonización que se ve reflejada en la disminución de corales o en el debilitamiento de los caparazones de los crustáceos.
Los suelos y las raíces de los manglares son muy importantes para secuestrar carbono, pero con el cambio climático las poblaciones de microrganismos están cambiando al grado de que ahora estos ecosistemas también emiten metano y óxido nitroso en lugar de secuestrarlo.
El doctor Guerrero Cruz dijo que “vivimos en un mundo de microorganismos donde nosotros somos sus huéspedes”. Sin embargo aún hay severas restricciones y deficiencias normativas en el manejo de residuos y de mitigación de gases, lo que pone a ciertos países a la vanguardia y a otros por detrás, además urgen grandes financiamientos gubernamentales que incentiven investigaciones en torno a la microbiología.
Guerrero Cruz se graduó de la Universidad de Guadalajara como químico farmacobiólogo, para después migrar a Holanda donde estudió la maestría y el doctorado. Posteriormente realizó una investigación patrocinada por la Unión Europea, en temas de saneamiento de agua que lo llevaron al Instituto Asiático de Tecnología en Tailandia, donde ahora radica.
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