Por: Redacción/
Los científicos no han encontrado evidencia alguna de que el COVID-19 que aqueja al mundo sea transmitido por animales de compañía a seres humanos, sino que éstos últimos reciben el nuevo coronavirus, lo replican y “son capaces de arrojarlo e infectar a otros,” como está sucediendo en la actual Fase 3 de la pandemia, señaló el doctor Daniel Martínez Gómez, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El responsable del Laboratorio de Microbiología Agropecuaria de la Unidad Xochimilco descartó que perros y gatos sean portadores del virus o de próximos reservorios que contagiarán a las personas, porque no es tan fácil que el patógeno permanezca en los tejidos de las especies, ya que se estaría hablando de procesos adaptativos que pueden tardar bastante tiempo.
En el transcurso del contagio normal se reconoce el vector, se introduce en las células y éstas identifican el ARN viral para empezar a replicar, ensamblándolo en la forma correcta y distribuyéndolo en los tejidos, así que todo esto debe ocurrir para que una mascota se pueda volver infecciosa”.
De cualquier modo, el trabajo de médicos y veterinarios es estar en alerta y vigilancia epidemiológica siempre, ya que “si de repente encuentran muchos casos hay que investigar –como estamos haciendo en el laboratorio– para ir un paso adelante y decir con certeza si está o no sucediendo”.
Científicos japoneses que contagiaron a hurones y gatos –como parte de un experimento– detectaron que los virus desaparecieron a los pocos días, pero de repente aparecieron cargas virales altas –una cantidad importante en los tejidos– y de inmediato se redujeron casi por completo, lo que puso al descubierto que no pueden afectar a los humanos.
El académico explicó que el SARS-CoV2 es en realidad una familia –en muchos casos ubicado en el mismo grupo– con dos tipos –alfa y beta– y que la mayor parte de los coronavirus que atacan a los animales se encuentran en el alfa, aunque el problema “que estamos teniendo ahora es un beta”.
Los parvovirus y muchos otros patógenos no están exentos de esos procesos normales de evolución y “estamos viendo justo eso”, aun cuando no son muy rápidos, de tal suerte que se puede decir que no se hacen en meses o días, sino que dilatan mucho más.
La epidemia del COVID-19 tardó, toda vez que el SARS del que se derivó había sido reportado en China en 2002 y “ahora volvemos a tener el segundo brote, por lo que lo único que nos ayuda a entender es que hay una réplica, pero para poder decir que gatos y perros van a ser los próximos reservorios que contaminarán a las personas todavía faltan muchas cosas por suceder”.
En este confinamiento, las mascotas –canes y/o felinos– deben contar con las vacunas completas y para evitar que se estresen deben salir brevemente a caminar por donde no haya mucha gente, dijo el investigador del del Departamento de Producción Agrícola y Animal.
Además recomendó que al regresar a casa se les pase una toallita por el pelo y las patas para desinfectarlos; comprarles “premios” y colocarlos en ciertos sitios para que los busquen y mantener la sana distancia, procurando que sea una medida permanente para evitar contraer alguna enfermedad por parásitos.
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