Por: Redacción
El vicepresidente de la Cámara de Diputados, Alejandro Ojeda, declaró que el Presidente Enrique Peña Nieto tiene la obligación de separar de su cargo al secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, porque si el funcionario se mantiene en esa dependencia es sólo por la decisión del primer mandatario, muy probablemente por el grado de complicidad que hay entre ambos personajes.
Prueba de ello, dijo, es que la empresa que tuvo que ver con el socavón en el Paso Exprés de Cuernavaca, Morelos, ha sido una de las más consentidas por la actual administración, pues a pesar de cargar con una serie de fallas e inconsistencias en distintos proyectos a nivel nacional, tan sólo en el 2016, la constructora española Aldesa estuvo a cargo de 170 proyectos, la mayoría de ellos con el gobierno federal, de acuerdo a analistas que han seguido su nefasta trayectoria en nuestro país.
Incluso, señaló, la empresa constructora enfrenta diversos juicios en España por corrupción, evasión de impuestos y sobornos en licitaciones, acciones que replica muy seguramente en otros países como Perú, donde dejó inconclusa la remodelación de una presa que hoy amenaza con desbordarse, poniendo en riesgo la vida de miles de personas.
Sostuvo que habría que preguntarle al Presidente Enrique Peña Nieto por qué no despide de una vez a Ruiz Esparza, será por el alto grado de complicidades, cuestionó.
Qué grado de contubernio habrá, volvió a preguntar, entre el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y el primer mandatario, que teniendo todas las facultades para hacerlo, prefiere mantenerlo en el puesto contra viento y marea.
¿Será por ello –inquirió— que no se deja concretar el Sistema Nacional Anticorrupción? Porque se teme que se pongan en marcha los mecanismos que investiguen a fondo los posibles actos de corrupción que hay detrás de muchas obras carreteras que se han realizado durante la actual administración federal.
Son muchas preguntas -declaró el legislador perredista- que quedan sin responder y que, al mantener a Ruiz Esparza en su cargo, no dejan más que sospechas de que detrás de él hay mucha cola que le pisen y muchos negocios con el erario público, buenos para unos cuantos, pero malos para el pueblo mexicano, que pudieran salpicar al Presidente de la República.
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