Por: Redacción
Luego de señalar que los médicos deben tomar decisiones terapéuticas con base en el conocimiento farmacológico y de la enfermedad y no a partir de un vademécum, el catedrático e investigador de la Escuela Superior de Medicina (ESM) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Eduardo Meaney Mendiolea, consideró que es necesario reducir la brecha entre la farmacología y la clínica para mejorar la atención de los pacientes.
Al dictar la conferencia Diferencias terapéuticas entre los antagonistas de receptores AT1 y AT2 en el XXI Congreso Estudiantil de Farmacología, que se llevó a cabo en la ESM, Meaney Mendiolea recalcó que la farmacología es la base de todo tratamiento y parte fundamental para ejercer la medicina, por ello es importante que los jóvenes en formación fortalezcan su preparación en esa área.
Refirió que en 1945 no existían fármacos para tratar la hipertensión arterial, actualmente hay una amplia variedad de medicamentos Antagonistas del Receptor de la Angiotensina II (ARA II) que relajan los vasos sanguíneos, ayudan a disminuir la presión arterial son efectivos y seguros.
Al hacer una comparación de los efectos de dichos fármacos destacó la importancia de que el médico conozca muy bien los efectos de cada uno de ellos, así como la patología específica de cada paciente, con el propósito de seleccionar el más adecuado y tratar con mayor eficacia la hipertensión arterial.
En su oportunidad, el asesor de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), Augusto Bondani Guasti, expuso el tema Bioética en investigación clínica. Destacó que la mala conducta en la ciencia es global y señaló que a lo largo de la historia se han dado casos de negligencia intencional que han ocasionado la muerte de muchos seres humanos.
Indicó que los casos de plagio de investigaciones y resultados ocurren con mayor frecuencia en países con bajo nivel económico y refirió que inclusive revistas con prestigio internacional llegan a publicar resultados erróneos, lo cual es muy delicado debido a que otros científicos toman esa información como punto de partida para sus investigaciones y se replican las fallas.
Precisó que la investigación científica no debe tomarse a la ligera, ya que puede tener repercusiones en la salud de los humanos. Recalcó que algunas veces, hasta que los fármacos salen a la venta se perciben los efectos secundarios y es cuando retiran los productos.
El doctor Bondani Guasti hizo hincapié en que de acuerdo con el Código Internacional de Ética Médica, los profesionales de la salud deben denunciar la mala conducta científica en investigación o prácticas desleales de otros médicos, lo cual puede contribuir a salvar vidas.
La investigadora de la ESM, Ivonne María Olivares Corichi dictó la conferencia Inactivación de la hormona insulina por el estrés oxidante en pacientes diabéticos y obesos. Explicó que mediante una investigación se comprobó la existencia de polímeros de insulina en el plasma de personas obesas, lo cual confirma que esa condición patológica y el aumento de lípidos en la sangre contribuye a la producción excesiva de especies reactivas de oxígeno (ERO), de estrés oxidativo y radicales libres (RL), lo que provoca la oxidación y polimerización de la hormona.
Cuando la insulina se oxida cambia su estructura química, se transforma en polímeros y el receptor encargado de detectar la hormona no reconoce su nueva condición, por lo que ésta no puede cumplir con la función de dar la señal para que la glucosa pueda ser utilizada por las células dependientes de ella (adipocitos, hepatocitos y musculares, principalmente).
Dijo que al entrar en contacto con los RL y la ERO, la insulina se transforma y con una estructura química más compleja pierde su función. Es probable, dijo, que las células beta pancreáticas del paciente con obesidad, diabetes o con otra enfermedad con resistencia a la insulina, secretan insulina ya oxidada y polimerizada y en estas condiciones ya no se aprovecha.
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