Por: Redacción/
Para 2050, el número de personas de 60 años o más, con bajos recursos económicos, aumentará en 239 por ciento, según proyecciones del Banco Mundial. Esta situación es preocupante e implica importantes retos para su atención, sobre todo si se considera que, en la actualidad, por cada adulto mayor en condiciones saludables, existe otro con demencia o Alzheimer.
Paloma A. Roa Rojas, doctora en Neurociencias por la UNAM y especialista del Instituto Nacional de Geriatría, subrayó que en 2015 en el planeta había 32.9 millones de adultos mayores en condiciones económicas precarias, y para 2050 se calcula que la cifra subirá a 111.4 millones.
Durante la Primera Semana Nacional de la Memoria, que se llevó a cabo en la Facultad de Psicología, refirió que para ese año se estima que en América Latina el envejecimiento poblacional aumente entre 138 y 185 por ciento, lo que representa un cambio brusco en la población, pues será una transición demográfica con significativos retos económicos, de salud y políticas públicas.
En el auditorio Luis Lara Tapia, la experta enfatizó que la demencia no es parte normal del envejecimiento, sino una patología, y estudios han evidenciado que una persona llega más rápido a esta condición si sufre de diabetes y principios de Alzheimer.
En su reporte de 2018, la Asociación de Investigación sobre Alzheimer indagó cómo se está dando la transición epidemiológica y para ello revisó las principales causas de muerte de los adultos mayores. Los resultados revelaron que los eventos cerebrovasculares se redujeron en 16 por ciento como causa de muerte, la enfermedad vascular en 11 por ciento, mientras que el Alzheimer aumentó en 123 por ciento.
“Esto implica una transición epidemiológica, pues la mortalidad en el mundo está cambiando, a tal grado que se estima que para 2050 habrá 131.5 millones de casos de demencias, de ahí que haya cada vez más esfuerzos por detectar a tiempo estas enfermedades y prolongar lo más posible sus primeras etapas”.
Hasta el momento, para las demencias se han identificado factores de riesgo no modificables (edad y género sexual), y otros que sí se pueden prevenir, como la obesidad, hipertensión, dieta inadecuada, factores cadiovasculares y diabetes.
Una persona diabética tiene 1.87 por ciento más posibilidades de tener demencia, pues el solo hecho de ser diabético aumenta en 8.8 por ciento el riesgo de deterioro cognitivo.
Reservas
En el caso de su grupo de trabajo, Roa Rojas precisó que actualmente revisan la “reserva cognitiva”, es decir, una serie de estructuras que ayudan a las personas, aun cuando tienen daño o afectaciones en el cerebro debido al Alzheimer.
La reserva cognitiva, detalló, fue documentada por primera vez en un grupo de monjas longevas y aparentemente sanas. Un equipo internacional se dio a la tarea de saber qué pasaba con ellas y cuando morían revisaban su cerebro, y aunque encontraron daño en la corteza cerebral, ellas nunca dejaron de ser funcionales, socialmente hablando.
Una de las claves, expuso Roa Rojas, era el nivel educativo, pues entre mayor era el grado de estudios y responsabilidades, mejor se mantenía su memoria.
Tener actividad física diaria, interactuar constantemente con otras personas y tener una ocupación compleja en la que se tomen decisiones, es importante para mantener la reserva cognitiva, destacó.
“El problema es que este factor protector parece no ser tan bueno en México. Hay que considerar que si una persona realiza tareas mecánicas no tiene retos que desafíen mucho a su cerebro”, finalizó.
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